Hepatitis B

18 de julio de 2023

Datos y cifras

  • La hepatitis B es una infección vírica del hígado que puede provocar una enfermedad aguda o crónica.
  • Por lo general, el virus se transmite de madre a hijo durante el parto, en la primera infancia y través del contacto con sangre u otros líquidos corporales durante las relaciones sexuales con una pareja infectada, de inyecciones sin suficientes garantías de seguridad o de la exposición a instrumentos afilados.
  • La OMS estima que 296 millones de personas padecían infección crónica por el virus de la hepatitis B en 2019, y que cada año se producen 1,5 millones de nuevas infecciones.
  • En 2019, la hepatitis B causó unas 820 000 muertes, principalmente por cirrosis o carcinoma hepatocelular (cáncer primario del hígado).
  • Existen vacunas seguras y eficaces para prevenir la hepatitis B.

Información general

La hepatitis B es una infección del hígado causada por el virus de la hepatitis B. Puede ser aguda (corta y grave) o crónica (a largo plazo).

La hepatitis B se puede cronificar y conlleva un alto riesgo de muerte por cirrosis y cáncer de hígado.

La enfermedad se puede transmitir a través del contacto con líquidos corporales infectados, como la sangre, la saliva, los fluidos vaginales y el semen. También la madre puede transmitirla al bebé.

La hepatitis B se puede prevenir con una vacuna segura y eficaz. Esta suele administrarse poco después del nacimiento, y las dosis de refuerzo, unas semanas más tarde. Ofrece una protección prácticamente total contra el virus.

La hepatitis B es un importante problema de salud mundial. Las regiones de la OMS que soportan la mayor carga de infección crónica son el Pacífico Occidental y África, donde afecta a 116 y 81 millones de personas, respectivamente. A continuación vienen la Región de la OMS del Mediterráneo Oriental, con 60 millones de personas infectadas, la Región de Asia Sudoriental, con 18 millones, la Región de Europa, con 14 millones, y la Región de las Américas, con 5 millones.

Transmisión

En las zonas de alta endemicidad, la transmisión se suele producir de la madre al niño durante el parto (transmisión perinatal) o de modo horizontal (por exposición a sangre infectada), en particular de niños infectados a niños sanos durante los primeros cinco años de vida. La cronificación es frecuente en los lactantes que se han infectado a través de la madre y en los niños menores de cinco años.

La hepatitis B también puede transmitirse a través de lesiones con agujas, tatuajes, perforaciones y exposición a sangre o líquidos corporales infectados, como la saliva, el semen o el flujo vaginal y menstrual. Asimismo, la transmisión puede producirse al reutilizar agujas, jeringuillas u objetos cortantes contaminados, tanto en establecimientos de atención de la salud como en el entorno comunitario o entre personas que consumen drogas inyectables. La transmisión sexual es más frecuente en personas no vacunadas que tienen relaciones sexuales con múltiples personas.

Cuando la infección se produce en la edad adulta, la enfermedad se cronifica en menos del 5% de los casos mientras que, en los lactantes y en la primera infancia, este porcentaje ronda el 95%. Por ello, se debe fortalecer y privilegiar la vacunación de los lactantes y la vacunación infantil.

El virus de la hepatitis B puede sobrevivir fuera del cuerpo durante al menos 7 días. A lo largo de este periodo, puede seguir infectando si penetra en el organismo de una persona no vacunada. El periodo de incubación del virus de la hepatitis B oscila entre los 30 y los 180 días. El virus, que es detectable entre 30 y 60 días después de la infección, puede persistir y dar lugar a una hepatitis B crónica, sobre todo si el contagio se ha producido durante la lactancia o en la infancia.

Síntomas

La mayoría de las personas no tienen síntomas después de infectarse.

Algunas presentan un cuadro agudo con síntomas que duran varias semanas:

  • coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia)
  • orina oscura
  • cansancio extremo
  • náuseas
  • vómitos
  • dolor abdominal.

La hepatitis aguda, si es grave, puede provocar una insuficiencia hepática, lo que puede acarrear la muerte.

Aunque la mayoría de las personas se recuperarán de una enfermedad aguda, algunas personas con hepatitis B crónica contraerán una enfermedad hepática progresiva y presentarán complicaciones, como cirrosis y carcinoma hepatocelular (cáncer de hígado). Estas enfermedades pueden ser mortales.

Coinfección por el VHB y el VIH

Del total de personas infectadas por el VHB, aproximadamente el 1%, es decir, 2,7 millones de personas, también están infectadas por el VIH. Por su parte, la prevalencia mundial de la infección por el VHB entre las personas infectadas por el VIH es del 7,4%. Desde 2015, la OMS recomienda tratar a todas las personas a las que se haya diagnosticado una infección por VIH, independientemente de la fase en la que se encuentre la enfermedad. El tenofovir, que figura entre los tratamientos combinados de primera elección recomendados para tratar la infección por el VIH, también es eficaz contra el VHB.

Diagnóstico

Las manifestaciones clínicas no permiten diferenciar la hepatitis B de otras hepatitis víricas, por lo que es esencial confirmar el diagnóstico mediante pruebas analíticas. Existen distintos tipos de análisis de sangre para diagnosticar la enfermedad y hacer un seguimiento de los pacientes con hepatitis B. Algunas pruebas analíticas sirven para distinguir las infecciones agudas de las crónicas, mientras que otras permiten evaluar y controlar la gravedad de la enfermedad hepática. También pueden llevarse a cabo exploraciones físicas, ultrasonografías o pruebas de FibroScan a fin de evaluar el grado de fibrosis hepática y de cicatrización y vigilar la evolución de la enfermedad hepática. La OMS recomienda analizar todas las donaciones de sangre para detectar la hepatitis B, garantizar la seguridad de la sangre y evitar la transmisión accidental.

En 2019, 30,4 millones de personas (el 10,5% de la población total que se estima que tenía hepatitis B) sabían que tenían esta infección, y 6,6 millones (el 22%) de las diagnosticadas estaban en tratamiento. Según las estimaciones más recientes de la OMS, el porcentaje de niños menores de cinco años con infección crónica por el VHB descendió, pasando del 5% antes de que se introdujera la vacuna, es decir, entre el decenio de 1980 y principios del decenio de 2000, a algo menos del 1% en 2019.

En los lugares donde la población general tiene una seroprevalencia elevada de anticuerpos anti-VHB (definida como una seroprevalencia del antígeno superficial del virus de la hepatitis B igual o superior al 2% o igual o superior al 5%), la OMS recomienda que todos los adultos tengan a su disposición pruebas de detección del HBsAg, así como servicios de prevención, atención y tratamiento. La OMS también recomienda que se someta a pruebas de detección a los donantes de sangre, que se lleven a cabo pruebas sistemáticas de detección de la hepatitis B en todas las mujeres embarazadas a fin de poder instituir medidas para prevenir la transmisión maternofilial, así como pruebas específicas en grupos concretos de alto riesgo, como los migrantes procedentes de regiones donde la enfermedad es endémica, las parejas y los familiares de personas infectadas, así como los trabajadores de la salud, las personas que se inyectan drogas, las personas que se encuentran en prisión u otros entornos cerrados, los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, los trabajadores sexuales y las personas infectadas por el VIH.

Tratamiento

No hay ningún tratamiento específico contra la hepatitis B aguda. La hepatitis B crónica, por su parte, puede tratarse con medicamentos.

En el caso de la hepatitis B aguda, los cuidados deben centrarse en hacer que la persona se sienta cómoda. Los pacientes deben seguir una dieta saludable y tomar mucho líquido para prevenir la deshidratación por vómitos y diarrea.

La infección crónica por el virus de la hepatitis B se puede tratar con medicamentos administrados por vía oral, como el tenofovir o el entecavir.

El tratamiento puede:

  • retrasar el avance de la cirrosis
  • reducir los casos de cáncer de hígado
  • mejorar la supervivencia a largo plazo.

La mayoría de las personas que inician el tratamiento contra la enfermedad deben seguirlo de por vida.

Se estima que entre el 12% y el 25% de los infectados crónicos necesitarán tratamiento, en función del contexto y de los requisitos para poder acceder al tratamiento. La actualización de 2023 de las directrices de la OMS para el tratamiento de la hepatitis B, en curso, ampliará estos requisitos, lo que permitirá aumentar el porcentaje de personas que reciben tratamiento.

En los entornos de ingreso bajo, la mayoría de las personas con cáncer de hígado no son conscientes de su estado de salud hasta que la enfermedad ya está avanzada y fallecen pocos meses después del diagnóstico. En los países de ingreso alto, los pacientes acuden al hospital en la fase más temprana de la enfermedad y tienen acceso a intervenciones quirúrgicas y a quimioterapia, lo que puede darles unos cuantos meses o años más de vida. En los países tecnológicamente avanzados, se recurre en ocasiones a los transplantes en el caso de los pacientes con cirrosis o cáncer de hígado, con resultados variables.

Prevención

La hepatitis B se puede prevenir con una vacuna.

Los bebés deben recibir la primera dosis de la vacuna contra la hepatitis B cuanto antes tras el parto (en un plazo máximo de 24 horas). Posteriormente, deben recibir dos o tres dosis de la vacuna con cuatro semanas de diferencia, como mínimo.

Por lo general, quienes han recibido tres dosis no requieren dosis de refuerzo.

La vacuna protege contra la hepatitis B durante al menos 20 años, y probablemente de por vida.

La hepatitis B puede transmitirse de madre a hijo. Esto puede evitarse con antivíricos que previenen la transmisión, sumados a la vacuna.

Para reducir el riesgo de contraer o propagar la hepatitis B:

  • mantenga prácticas sexuales seguras, utilice preservativos y limite el número de parejas sexuales
  • evite compartir agujas o cualquier equipo usado para inyectarse drogas, perforarse o tatuarse
  • lávese bien las manos con agua y jabón si ha estado en contacto con sangre, líquidos corporales o superficies contaminadas
  • vacúnese contra la hepatitis B si trabaja en un entorno de atención de la salud.

Respuesta de la OMS

Las estrategias mundiales del sector de la salud contra el VIH, las hepatitis víricas y las infecciones de transmisión sexual para el periodo 2022-2030 orientan al sector de la salud en la aplicación de medidas estratégicas para lograr los objetivos de poner fin al sida, las hepatitis víricas (en particular, las hepatitis B y C crónicas) y las infecciones de transmisión sexual de aquí a 2030.

Las estrategias proponen una serie de medidas compartidas y específicas para cada enfermedad respaldadas por las intervenciones de la OMS y sus asociados. Tienen en cuenta los cambios epidemiológicos, tecnológicos y contextuales ocurridos en años anteriores, fomentan el aprendizaje en todas las áreas de las enfermedades y crean oportunidades para aprovechar las innovaciones y los nuevos conocimientos a fin de responder eficazmente a las enfermedades. Las estrategias hacen un llamamiento a ampliar la prevención, la realización de pruebas y el tratamiento de la hepatitis vírica poniendo el acento en llegar a las poblaciones y las comunidades más afectadas y en situación de riesgo respecto de cada enfermedad, así como en abordar las brechas y las desigualdades. Promueven sinergias en el marco de la cobertura sanitaria universal y la atención primaria y contribuyen a alcanzar los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

La OMS organiza campañas anuales con motivo del Día Mundial contra la Hepatitis (una de sus nueve campañas anuales de salud emblemáticas) con el objetivo de crear más conciencia y mejorar los conocimientos acerca de las hepatitis víricas. Para la edición de 2023 del Día Mundial contra la Hepatitis, la OMS se centra en el tema «Una vida, un hígado» para ilustrar la importancia del hígado para una vida saludable y la necesidad de ampliar la prevención, la realización de pruebas y el tratamiento de las hepatitis víricas a fin de prevenir las enfermedades hepáticas y alcanzar la meta de eliminar la hepatitis para 2030.