Hepatitis E

20 de julio de 2023

Datos y cifras

  • La hepatitis E es una inflamación del hígado debida a la infección por el virus de la hepatitis E (VHE).
  • Se estima que cada año hay unos 20 millones de casos de infección por el VHE en todo el mundo, de los cuales aproximadamente 3,3 millones presentan los síntomas de la enfermedad.
  • La OMS estima que, en 2015, la hepatitis E provocó aproximadamente 44 000 defunciones, una cifra que representa el 3,3% de la mortalidad debida a las hepatitis víricas.
  • El virus se transmite por vía fecal-oral, principalmente a través de agua contaminada.
  • Aunque la hepatitis E afecta a todas las zonas del mundo, la prevalencia de la enfermedad es mayor en Asia oriental y meridional.
  • Se ha desarrollado una vacuna capaz de prevenir la infección por el VHE; aunque su comercialización ya está autorizada en China, todavía no está disponible en otros países.

Información general

La hepatitis E es una inflamación del hígado debida al virus de la hepatitis E (VHE). Existen al menos cuatro tipos diferentes de este virus: genotipos 1, 2, 3 y 4. Los genotipos 1 y 2 solo se han encontrado en el ser humano. Los genotipos 3 y 4 circulan en varios animales (entre ellos los cerdos, los jabalíes y los ciervos) sin causarles enfermedad, e infectan ocasionalmente al ser humano.

El virus se excreta en las heces de las personas infectadas y entra en el organismo humano por el intestino. El contagio se produce principalmente por consumo de agua de bebida contaminada. La infección suele remitir espontáneamente y desaparece en un plazo de dos a seis semanas. En algunos casos, da lugar a una enfermedad grave conocida como hepatitis fulminante (insuficiencia hepática aguda), que puede ser letal.

Transmisión

La infección por el VHE se da en todo el mundo, pero es frecuente en los países de ingreso mediano y bajo con acceso limitado a servicios esenciales de suministro de agua, saneamiento, higiene y salud. En esas zonas, puede aparecer en brotes o de forma esporádica. Los brotes suelen producirse tras periodos de contaminación fecal del suministro de agua de bebida y pueden afectar a varios cientos o miles de personas. Algunos de esos brotes se han registrado en lugares afectados por conflictos o emergencias humanitarias, como zonas en guerra y campamentos de refugiados o de desplazados internos, situaciones en las que resulta particularmente difícil contar con servicios de saneamiento y agua salubre.

Se cree que los casos esporádicos también guardan relación con la contaminación del agua, aunque a menor escala. La mayoría de los casos registrados en estos lugares se deben a una infección por virus del genotipo 1 y, con mucha menor frecuencia, del genotipo 2.

En zonas con mejor suministro de agua y saneamiento, la infección por el virus de la hepatitis E no es frecuente y solo se producen casos esporádicos. La mayoría de estos se deben a virus del genotipo 3 y son el resultado de una infección de origen animal, por lo general al consumir carne poco cocinada (por ejemplo, hígado, sobre todo de cerdo). Estos casos no están relacionados con la contaminación del agua ni de otros alimentos.

Síntomas

El periodo de incubación tras la exposición al VHE va de dos a diez semanas, aunque la media se sitúa entre cinco y seis semanas. Las personas infectadas empiezan a excretar el virus desde pocos días antes del inicio de la enfermedad hasta unas tres o cuatro semanas después.

En zonas muy endémicas, la infección sintomática es más frecuente en los jóvenes adultos (de 15 a 40 años). En estas zonas, aunque los niños también contraen la infección, a menudo no se diagnostica porque generalmente no tienen síntomas o se trata solo de una enfermedad leve sin ictericia.

Los signos y síntomas característicos de la hepatitis son:

  • una fase inicial con fiebre leve, disminución del apetito (anorexia), náuseas y vómitos, que dura algunos días;
  • dolor abdominal, picazón, erupción o dolor en las articulaciones;
  • ictericia (coloración amarillenta de la piel), orina oscura y heces claras, y
  • un ligero aumento del tamaño del hígado (hepatomegalia).

Estos síntomas, que suelen ser indistinguibles de los que caracterizan a otras enfermedades hepáticas, duran normalmente entre una y seis semanas.

En raras ocasiones, la hepatitis E aguda puede ser grave y dar lugar a una hepatitis fulminante (insuficiencia hepática aguda). Estos pacientes corren el riesgo de morir. Las gestantes con hepatitis E, sobre todo en el segundo y tercer trimestres, corren mayor riesgo de sufrir una insuficiencia hepática aguda, de fallecer o de muerte intrauterina. Las tasas de letalidad entre las gestantes que contraen la hepatitis E en el tercer trimestre rondan el 20%-25%.

Se han descrito casos de infección crónica por el VHE debida a los genotipos 3 y 4 en personas inmunodeprimidas, sobre todo en receptores de trasplantes y pacientes tratados con inmunodepresores. No obstante, estos casos no son habituales.

Diagnóstico

La hepatitis E no se puede distinguir clínicamente de otros tipos de hepatitis víricas agudas. Sin embargo, la sospecha puede estar fundada cuando se dan condiciones epidemiológicas propicias, por ejemplo, si se registran varios casos en municipios distintos de zonas en las que se sabe que la enfermedad es endémica, si hay riesgo de contaminación del agua, si la enfermedad es más grave en las embarazadas o si ya se ha descartado la hepatitis A.

El diagnóstico definitivo de la infección por hepatitis E suele basarse en la detección en la sangre de anticuerpos IgM específicos contra este virus, prueba que suele bastar en las zonas donde la enfermedad es frecuente. Existen pruebas rápidas para su uso sobre el terreno.

Otra prueba utilizada es la reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscripción (RT-PCR), que permite detectar el ARN del VHE en la sangre o las heces; esta prueba, sin embargo, solo puede realizarse en laboratorios especializados. La RT-PCR es especialmente necesaria en las zonas en las que la hepatitis E no es frecuente y en casos poco comunes de infección crónica por el VHE.

Tratamiento

No existe ningún tratamiento específico capaz de alterar la evolución de la hepatitis E aguda. Como la enfermedad suele remitir espontáneamente, por lo general no es necesario hospitalizar al paciente. Es importante evitar medicamentos innecesarios que pueden tener efectos adversos en la función hepática, como el acetaminofeno o paracetamol.

Debe hospitalizarse a los pacientes con hepatitis fulminante; también cabe considerar esta posibilidad en el caso de las embarazadas sintomáticas.

La ribavirina, un antivírico, puede ser de utilidad para tratar a pacientes inmunodeprimidos con hepatitis E crónica. En determinadas situaciones, también se ha utilizado el interferón con resultados satisfactorios.

Prevención

La prevención es la medida más eficaz contra la infección. A nivel de la población, la transmisión del VHE y la infección por el virus de la hepatitis E se pueden reducir:

  • manteniendo la calidad de los sistemas públicos de suministro de agua, y
  • estableciendo sistemas adecuados de eliminación de las heces humanas.

A nivel individual, el riesgo de infección puede disminuirse:

  • manteniendo prácticas higiénicas, y
  • no consumiendo agua ni hielo si no se está seguro de que no están contaminados.

Respuesta de la OMS

En marzo de 2022, Médicos Sin Fronteras y el Ministerio de Salud de Sudán del Sur lanzaron la primera campaña de vacunación contra la hepatitis E en respuesta al brote declarado en el campamento de desplazados internos de Bentiu, en el estado de Unity (Sudán del Sur). Se trata de la primera vez en la que se ha utilizado la única vacuna contra la hepatitis E actualmente disponible, Hecolin, recomendada por la OMS desde 2015 para responder a los brotes. Esta campaña supuso un hito importante para la vacunación contra la hepatitis E en cuanto que uno de los instrumentos clave, junto con otras medidas de control, para frenar futuros brotes de esta enfermedad.

La OMS ha publicado el informe técnico (en inglés) titulado Waterborne outbreaks of hepatitis E: recognition, investigation and control (Brotes de hepatitis E de transmisión hídrica: detección, investigación y control). El manual ofrece información sobre la epidemiología, las manifestaciones clínicas y el diagnóstico de la enfermedad. Asimismo, proporciona orientaciones para ayudar a las autoridades de salud pública a hacer frente a los brotes de infección por el VHE.

Actualmente, la OMS colabora con expertos y asociados de todo el mundo en la elaboración de un protocolo genérico para utilizar la vacuna contra la hepatitis E como intervención para responder a los brotes. Asimismo, se trabaja con grupos similares para crear un algoritmo simplificado de diagnóstico, cribado y manejo de esta enfermedad durante un brote.

Las estrategias mundiales del sector de la salud contra el VIH, las hepatitis víricas y las infecciones de transmisión sexual para el periodo 2022-2030 orientan al sector de la salud en la aplicación de medidas estratégicas para lograr los objetivos de poner fin al sida, las hepatitis víricas (en particular, las hepatitis B y C crónicas) y las infecciones de transmisión sexual de aquí a 2030.

Las estrategias proponen una serie de medidas compartidas y específicas para cada enfermedad respaldadas por las intervenciones de la OMS y sus asociados. Tienen en cuenta los cambios epidemiológicos, tecnológicos y contextuales ocurridos en años anteriores, fomentan el aprendizaje en todas las áreas de las enfermedades y crean oportunidades para aprovechar las innovaciones y los nuevos conocimientos a fin de responder eficazmente a las enfermedades. Las estrategias hacen un llamamiento a ampliar la prevención, la realización de pruebas y el tratamiento de la hepatitis vírica poniendo el acento en llegar a las poblaciones y las comunidades más afectadas y en situación de riesgo respecto de cada enfermedad, así como en abordar las brechas y las desigualdades. Promueven sinergias en el marco de la cobertura sanitaria universal y la atención primaria y contribuyen a alcanzar los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

 La OMS organiza campañas anuales con motivo del Día Mundial contra la Hepatitis (una de sus nueve campañas anuales de salud emblemáticas) con el objetivo de crear más conciencia y mejorar los conocimientos acerca de las hepatitis víricas. Para la edición de 2023 del Día Mundial contra la Hepatitis, la OMS se centra en el tema «Una vida, un hígado» para ilustrar la importancia del hígado para una vida saludable y la necesidad de ampliar la prevención, la realización de pruebas y el tratamiento de las hepatitis víricas a fin de prevenir las enfermedades hepáticas y alcanzar la meta de eliminar la hepatitis para 2030.