Abril 2022
Desde hace varios años, el hambre, la presencia de grupos armados, el reclutamiento de menores y las actividades de minería ilegal han obligado a decenas de familias indígenas transfronterizas a migrar a Puerto Carreño (Colombia). La OPS/OMS, con el apoyo financiero del Gobierno de Canadá, se une a los esfuerzos del gobierno nacional y departamental para brindarles una respuesta en salud desde la priorización de vacíos y brechas en cinco ejes trazadores: Atención Primaria en Salud, Salud Sexual y Reproductiva, Salud Mental, Salud de Niños y Niñas y Vigilancia Epidemiológica.
La vacuna contra la COVID-19 habría salvado la vida de su amada esposa, y hoy seguramente su destino y el de sus cuatro hijos sería diferente. Él, un hombre cuyo nombre prefiere mantenter en el anonimato, es uno de los indígenas migrantes Amoruas que fue a parar a Puerto Carreño (Colombia), para escapar del hambre y del miedo a la muerte que se intensificaban al mismo ritmo que aumentaban las disputas por el control territorial entre grupos armados no estatales en Puerto Paez (Venezuela). Su ilusión era conseguir trabajo, ahorrar unos pesos y traerse a los suyos lo más pronto posible.
Pero la muerte se atravesó en sus anhelos, la COVID-19 se llevó a su esposa y sin haber logrado sus sueños tuvo que traer a sus hijos a Piedra Esperanza, uno de los seis asentamientos de población desplazada en la capital de Vichada. Una vez allí, y como un primer acto de respeto a la vida, todos en su familia se aplicaron la vacuna contra la COVID-19. Por eso, ante la posiblidad de que sus hijos completen los esquemas de vacunación, y su madre se inmunice contra la influenza, esperan desde temprano a los vacunadores de la ESE Hospital San Juan de Dios.
Es miércoles 29 de marzo. El reloj marca las 8 de la mañana cuando a lo lejos, en medio de colosales rocas, cobijadas por bosque húmedo tropical tupido y franquedas por las aguas del río Orinoco, aparecen las siluetas de un grupo de enfermeros del Hospital que precidirán una jornada de vacunación, con el acompañamiento del Ministerio de Salud y Protección Social y la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS). Y, junto a una treitena de personas, abuela y nietos le ponen el hombro a la prevención de enfermedades como sarampión, influenza, polio, entre otras, y refuerzan la protección contra la COVID-19.
Un desafío: salud para todos
El rumor de que la COVID-19 está rondando los asentamientos de población migrante en Puerto Carreño, se propagó cuando la bacterióloga del departamento, con pruebas de campo, pudo identificar dos casos positivos de la enfermedad, en una niña de 12 años y en un joven de 24 años, gracias a una jornada de rastreo de casos y contactos, que estuvo acompañada por el equipo de emergencias de la OPS/OMS Colombia.
Según el Instituto Nacional de Salud, en lo corrido de la pandemia Vichada ha tenido 3.400 casos de COVID19, de los cuales 61 han perdido la vida. Si bien los contagios y muertes por COVID-19 han disminuido en todo el país y también en este territorio, que a corte del 20 de abril tiene 4 casos activos y 4 hospitalizados, en los asentamientos donde se refugian desde hace 6 años cientos de personas, la gran mayoría pertenecientes a las etnias Amorua y Sikuani, de Venezuela y Colombia, respectivamente, los pobladores saben bien que no pueden bajar la guardia.
En estos lugares es dificil acatar las recomendaciones de aislamiento y las medidas de bioseguridad para la contención de brotes. La comunidad vive hacinada, en casas improvisadas con palos y techos y paredes de plástico. Por dentro, las casas tienen un solo espacio, y por lo general están atiborradas de ropas viejas, juguetes rotos y hamacas que revelan el paso de los años y el uso. Además, por no contar con unidades sanitarias, el olor a excrementos está presente en el ambiente, y el agua potable es escasa para la preparación de alimentos y aun más para mantener la higiene corporal.
En el día, los hombres salen a jornalear, a recoger algodón y a pescar, mientras las mujeres, muchas de ellas gestantes sin control de sus embarazos, y los niños menores de cinco años en alto riesgo de desnutrición, patologías gastrointestinales y/o dermatológicas asociadas al acceso de agua de buena calidad y condiciones de inseguridad alimentaria, permanecen día y noche en los asentamientos.
Si bien las autoridades de salud del departamento hacen todo lo que está en sus manos para atender la emergencia, la llegada masiva de indígenas migrantes y los desafíos normativos exigen la puesta en marcha de estrategias innovadoras y el apoyo de organizaciones internacionales como la OPS/OMS en Colombia. Ante el llamado urgente de la Secretaria de Salud del Vichada, María Margarita Guerra, el equipo de emergencias liderado por el doctor Maucicio Cerca, con apoyo financiero del Gobierno de Canadá, viajó a la capital del Vichada para apoyar al departamento en la activación de la Mesa de Salud, escenario de coordinación y articulación entre la autoridad sanitaria y la cooperación, para identificar capacidades y oportunidades de articulación para la respuesta.
Para entender la dimensión del desafío, con un equipo compuesto por una profesional especializada en Salud Pública y dos auxiliares de enfermería, aplicaron un instrumento de caracterización con indicadores, de tipo poblacional y demográfico, salud pública, saneamiento básico, atención en salud y respuesta institucional, que permitió tener resultados preliminares, con un avance del 75% de los puntos de concentración priorizados.
La información permite proponer un plan en el que se priorizan los vacíos y brechas en salud identificados en la caracterización, por ejes trazadores: Atención Primaria en Salud, Salud Sexual y Reproductiva, Salud Mental, Salud de Niños y Niñas y Vigilancia Epidemiologica. Además, como acciones inmediatas, el equipo de la OPS/OMS apoyó el fortalecimiento de las capacidades y encuentros de saberes con líderes y lideresas tanto de las áreas urbanas como rurales para la respuesta en salud en el marco de las emergencias, para fomentar su participación en espacios de incidencia.
Por otra parte, inicia la implementación de la estrategia de vigilancia sindrómica para el seguimiento, monitoreo y notificación de eventos de interés en salud pública, así como el fortalecimiento del CRUE para la respuesta a la emergencia y el apoyo a la sala de situación en articulación con el proceso de vigilancia sindrómica y el fortalecimiento de los líderes y lideresas para el reporte y seguimiento a los eventos de interés en salud pública y la consolidación de rutas desde la perspectiva rural para el acceso a salud, identificando capacidades comunitarias, saberes ancestrales y capacidades institucionales.
Se capacitaron 30 de sus representantes en temas de primer respondiente, primeros auxilios psicológicos y vigilancia en salud pública comunitaria Entre las organizaciones de la sociedad civil y de base comunitaria se reconocen 11 colectivos y de campesinos, de marañoneros, microempresarios, pescadores, ganaderos, transportadores, migrantes y colombianos retornados, jóvenes, afrocolombianos y deportistas, en la actualidad no se encuentran vinculados de manera directa con el sector salud, en fases de planeación o toma de decisiones de políticas públicas, sin embrago realizan acciones de liderazgo comunitario en las zonas rurales y urbanas del territorio y 27 juntas de acción comunal que cuentan con un delegado en salud y representante general de Asojuntas; de los cuales.
Todas estas acciones, según la Secretaria de Salud del Vichada “son de vital importancia para el departamento y le permiten en su objetivo de ‘no dejar a nadie atrás’ durante la pandemia”, indica.
Comunicar para salvar vidas
Pasar de la emergencia a la estabilización de la situación de indígenas migrantes es otra de las grandes apuestas de la autoridades departamentales del Vichada, por eso, y con el fin de encontrar soluciones duraderas, un equipo de OPS/OMS conformado por un antropólogo y una comunicadora trabaja de la mano de la Secretaría de Asuntos Étnicos para encontrar salidas enmarcadas en el ordenamiento jurídico colombiano.
Según Gina Tambini Gómez, representante de OPS/OMS en Colombia “la Organización apoya la formación de comunicadores y trabajadores de salud en comunicación de crisis, considerado por la Secretaría de Salud de Vichada como un tema prioritario para aumentar las coberturas de vacunación en todo el departamento, especialmente en Cumaribo, un territorio tan extenso que cabría 40 veces Bogotá con sus más de 10 millones de habitantes, y donde gran parte de sus 72 mil habitantes demanda el acceso a información científica, sencilla, fácil de entender en su propia lengua para decidir si acepta o no vacunarse contra la COVID-19”, asegura.
Según Consuelo Sierra, coordinadora del Programa Ampliado de Inmunizaciones del Vichada, a febrero de 2022 en el departamento se ha aplicado la primera dosis de la vacuna contra la COVID-19 al 3,8% de la población y en segundas dosis la cobertura es del 2.6%; la situación más crítica es en Cumaribo, que ocupa los últimos lugares en la vacunación en Colombia. Incluso, el rezago se extiende a otros biológicos como los que previenen el sarampión y la difteria, según la funcionaria.
La comunicación asertiva, oportuna y adaptada culturalmente es fundamental para evitar que otros indígenas pierdan la vida a causa de la COVID-19. Muchos no aceptan la vacuna debido a los mitos, especialmente aquellos relacionados con creencias religiosas sacadas del apocalipsis. De ahí la importancia de construir puentes entre las creencias, costumbres y tradiciones indígenas con las soluciones brindadas por la medicina tradicional para encontrar caminos que permitan salvar vidas, incluso trabajar en la salud mental de los migrantes, un tema que es crítico por el desarraigo, la pobreza y el pesimismo que arropa a la comunidad, especialmente a niños, niñas y adolescentes.
También es fundamental abrir canales de comunicación con la población indígena, llegar hasta sus comunidades en las entrañas de la Orinoquía, realizar diálogos de saberes y aciones de comunicación para brindarles información científica en su propia lengua que les permita tener confianza en las vacunas de tal manera que las brigadas logren su objetivo de salvar vidas en el Vichada.
En poblaciones vulnerables, como lo son los indígenas en condición de desplazamiento forzado, prevenir enfermedades mediante la vacunación es fundamental para evitar tragedias como la que viven algunas familias Amoruas en Puerto Carreño quienes han tenido que sepultar a sus seres queridos a consecuencia de la COVID-19, y hoy como migrantes deben reconstruir un proyecto de vida en Colombia desde el duelo y con el desafío de generar ingresos al tiempo que se dedican a la crianza de sus hijos. Ellos saben muy bien los costos personales y económicos de paceder o perder la vida por una enfermedad prevenible por vacunación, por eso se unen al llamado de la Organización Panaméricana de la Salud de ponerle el hombro a la vacunación para salvar vidas.