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La Región de las Américas tiene un perfil epidemiológico heterogéneo y tiene que hacer frente con mayor frecuencia a brotes de enfermedades infecciosas y agentes patógenos emergentes de gran capacidad infecciosa. Esta situación se ve agravada por el cambio de los patrones climáticos y los factores medioambientales, así como por la reducción de la cobertura de vacunación.
De los particulares desafíos del 2024, los más graves se debieron a las enfermedades infecciosas: hubo importantes brotes de gripe aviar, dengue y, en menor medida, de enfermedad por el virus del Oropouche. A lo largo del año, la Región de las Américas siguió recuperándose de los estragos de la pandemia de COVID-19.
"Cuandolospaísestransmitensuinformación,secoordinanysedanapoyomutuoparahacerfrentealasenfermedades,salvanvidas".
– Jarbas Barbosa da Silva Jr., Director de la OPS
La gripe aviar (H5N1) fue uno de los principales problemas de salud en la Región de las Américas en el 2024. Desde que se detectó el primer caso en febrero, la OPS ha registrado 66 casos confirmados en seres humanos en Estados Unidos de América y uno en Canadá, así como más de 1300 brotes en animales en otros países de la Región.
Hasta la fecha, todos los casos se han transmitido de los animales a los seres humanos. En el 2024 no se registraron casos de transmisión entre seres humanos, situación que habría sido mucho más peligrosa para la salud pública de la Región.
El sistema de vigilancia de la OPS ha tenido un papel fundamental en el seguimiento de la situación. Este sistema permite recopilar información de todo tipo (redes sociales, medios tradicionales, autoridades de salud pública, etc.) en tiempo real, las 24 horas del día y en todos los países de la Región.
Si bien la gripe aviar afecta principalmente a los animales, hay un riesgo manifiesto de que se transmita a los seres humanos —y potencialmente entre seres humanos— por lo que es preciso mantener una vigilancia continua para prevenir un problema de salud pública grave.
Cuando el sistema de vigilancia recibe determinados datos de un país, la OPS se pone en contacto con ese país de inmediato a fin de recabar más información y luego la transmite con transparencia y equidad a todos sus Estados Miembros. Esta labor es fundamental porque permite a todos los países recibir e intercambiar información actualizada de forma constante, de modo que puedan estar mejor preparados.
Ante la creciente inquietud por la propagación de la gripe aviar, resulta imprescindible disponer en tiempo real de los datos que proporciona la OPS, para que las autoridades puedan prevenir nuevos brotes y proteger la salud humana y animal en la Región.
Se han habilitado redes regionales de vigilancia que conectan a los 35 Estados Miembros a efectos de la detección y la respuesta rápidas.
Se constituyó la Comisión Intersectorial para la Prevención y el Control de la Gripe Zoonótica en las Américas y se crearon grupos de trabajo intersectoriales sobre vigilancia, evaluación de riesgos y laboratorio.
Se prestó orientación técnica y apoyo para el estudio genómico y la evaluación de riesgos de las variantes virales.
Se capacitó al personal de salud pública y de veterinaria en procedimientos de bioseguridad y respuesta ante brotes epidémicos.
Se emitieron y difundieron con prontitud alertas epidemiológicas, actualizaciones y evaluaciones de riesgos, junto con un panel informativo especial, todo ello disponible públicamente.
En el 2024 se produjo un brote de dengue sin precedentes en la Región de las Américas. Llegaron a notificarse 13 millones de casos, un aumento de casi el 200% respecto al año anterior y la cifra más alta desde que comenzaron los registros en 1980. El número de muertes superó las 7700, muchas en menores.
Brasil, que fue el país más afectado, tuvo más de 10 millones de casos y casi el 80% de las muertes. También hubo brotes importantes en Argentina, Colombia y México.
El dengue se extendió a países que no suelen verse afectados, como Estados Unidos de América, donde hubo transmisión local limitada en Arizona, California, Florida, Hawái y Texas. Las causas del brote parecen heterogéneas y están relacionadas con los patrones meteorológicos, el fenómeno de El Niño y la urbanización.
Argentina, Brasil y Perú introdujeron vacunas contra el dengue en el 2024. La vacuna actual puede mejorar la protección de la comunidad y los desenlaces individuales, pero no impide que el virus se propague a corto o mediano plazo, no proporciona alivio inmediato durante un brote y, además, las existencias siguen siendo limitadas.
La OPS también observó un aumento de los casos de enfermedad por el virus del Oropouche a lo largo del 2024, cuando se notificaron más de 11 600 casos en 12 países y territorios, la mayor parte de ellos en Brasil, y dos muertes. Aunque este brote es relativamente pequeño, conviene prestarle atención, ya que se está extendiendo el territorio afectado. La OPS vigiló la situación, hizo seguimiento de los casos nuevos y prestó apoyo en la respuesta de los sistemas de salud.
A fin de combatir el brote de dengue, la OPS aplicó, junto con sus Estados Miembros, la estrategia de gestión integrada para la prevención y el control de las enfermedades arbovirales en la Región de las Américas. Esta estrategia busca mejorar el manejo de casos, la vigilancia de vectores, la capacitación de los prestadores de salud y la participación comunitaria.
La OPS también emitió alertas epidemiológicas instando a intensificar los esfuerzos para controlar la transmisión de la enfermedad, incluida una en mayo del 2024 centrada en el dengue.
La OPS transmitió las enseñanzas obtenidas con los Estados Miembros, especialmente en las deliberaciones relativas al nuevo acuerdo sobre pandemias.
La estrategia fue crucial para contener el número de casos graves y mortales. De hecho, en el brote de dengue del 2024, la proporción de casos graves fue pequeña.
Casi el triple que en el 2023, lo que demuestra la magnitud sin precedentes del brote.
Más de 21 000 casos fueron graves y se registraron más de 7700 muertes.
Argentina, Brasil y Perú introdujeron vacunas contra el dengue, y Honduras tiene previsto introducirlas en el 2025.
Cuatro países concentran el 90% de los casos y el 88% de las muertes relacionadas con el dengue en la Región de las Américas.
Se emitieron 6 alertas y actualizaciones epidemiológicas, disponibles públicamente, para facilitar la alerta temprana.
En el 2024 persistían los efectos devastadores de la COVID-19 en la Región de las Américas. De hecho, América Latina y el Caribe es la región del mundo en la que se registró la mayor mortalidad por la pandemia, por lo que sus consecuencias serán duraderas y girarán en torno a dos temas fundamentales.
Desde el punto de vista de los servicios de salud, la COVID-19 sigue representando una amenaza, aunque ahora sea un problema permanente y no una emergencia de salud pública.
En cuanto a las políticas públicas, la COVID-19 ejerció una presión enorme sobre los sistemas de salud y puso de manifiesto la necesidad imperiosa de aumentar seguridad sanitaria, lo que incluye contar con instalaciones capaces de producir no solo vacunas, sino también equipamiento médico en general, en los territorios nacionales o, al menos, en ubicaciones próximas a la Región.
La COVID-19 también hizo imperativo que los gobiernos tuviesen una relación fluida con el sector privado y que los sistemas de salud aumentasen su capacidad de distribuir vacunas, medicamentos, equipamiento y tecnologías sanitarias de forma rápida, eficaz y equitativa.
La OPS emitió dos alertas epidemiológicas sobre la COVID-19 en el 2024, en enero y agosto, con información sobre la situación de la enfermedad en la Región.
La Organización también elaboró y difundió en su sitio web recursos técnicos esenciales en español, francés y portugués para mejorar la preparación ante una pandemia. Estas herramientas están diseñadas para ayudar a los países a armonizar sus estrategias nacionales de preparación con las normas mundiales, de manera de garantizar la preparación en los distintos entornos.
La OPS también asumió una función clave en la labor mundial de preparación, colaborando con la iniciativa de la OMS de Preparación y Resiliencia frente a Amenazas Emergentes para actualizar y reforzar los planes de preparación ante pandemias.
La OPS considera que no se debe bajar la guardia, lo que significa que los países deben seguir vacunando a los grupos vulnerables y fortaleciendo la vigilancia, al mismo tiempo que se preparan para hacer frene a futuras emergencias y reconstruir un entorno mejor a fin de lograr un futuro más saludable y más seguro.
