Rueda de prensa semanal sobre COVID-19: Palabras de apertura de la Directora, 20 de octubre de 2021

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Buenos días y gracias por participar en la rueda de prensa de hoy.

La semana pasada se notificaron cerca de 817.000 nuevos casos de COVID-19 y más de 18.000 muertes conexas en la Región de las Américas.

El número de casos está disminuyendo en toda América del Norte, a pesar del aumento del número de hospitalizaciones en las provincias del este de Canadá y del aumento del número de muertes en México.

El número de casos de COVID-19 y de muertes conexas ha disminuido en la mayoría de los países de Centroamérica.

En América del Sur, a pesar de que el número de casos y de muertes sigue disminuyendo en la mayoría de los países, en Bolivia y Venezuela ha aumentado el número de nuevos casos.

Sin embargo, la situación en el Caribe es más grave.

En la última semana, se notificó un aumento de más de 40% en el número de nuevos casos en República Dominicana y Barbados. De hecho, la mitad de todos los casos de COVID-19 notificados en Barbados desde que comenzó la pandemia se produjeron en el último mes. El número de casos nuevos también está aumentando en Puerto Rico, Trinidad y Tabago y Martinica. Y el número de casos sigue siendo elevado en San Martín, Saint Kitts y Nevis, Anguila y las Islas Caimán.

Por eso seguimos instando a los países, especialmente a los del Caribe, a mantener y priorizar las medidas de salud pública para controlar la propagación de la COVID-19. Estas medidas, junto con la administración generalizada de vacunas, son la mejor opción para mantener controlados los brotes.

La buena noticia es que 41% de la población de América Latina y el Caribe está completamente vacunada, aunque la cobertura de la vacunación varía mucho entre los países. Además, 4,6 millones de dosis adicionales obtenidas por medio del Mecanismo COVAX llegarán a la Región a fines de esta semana para proteger a más personas.

Ahora bien, incluso aunque aumente la cobertura de la vacunación, seguirá habiendo nuevos casos en toda la Región.

Las vacunas contra la COVID-19 de las que disponemos son muy seguras. También son muy efectivas a la hora de prevenir la enfermedad grave y la muerte, y pueden evitar gran parte de los contagios. Al igual que otras vacunas, las vacunas contra la COVID-19 fueron diseñadas para salvar vidas y protegernos de los síntomas más graves de la enfermedad, y claramente lo están logrando.

Sin embargo, debemos continuar rastreando y manejando con cuidado los casos para poder delimitar y minimizar la transmisión comunitaria.

Por eso, hoy quisiera poner de relieve los esfuerzos de vigilancia que se realizan en nuestra Región.

Desde que se detectó el primer caso en nuestra Región, la vigilancia ha funcionado como los ojos y los oídos que guían nuestra respuesta a la COVID-19, y nos ayuda a superar los picos de casos y dar seguimiento a las variantes.

De cara al futuro, la vigilancia y la detección temprana, que son componentes integrales del control de enfermedades, seguirán siendo esenciales para detectar nuevos riesgos y gestionar y responder a esta próxima fase de la pandemia.

Para mejorar y ampliar la vigilancia epidemiológica en la Región, los países deben actuar a nivel local, de manera más inteligente y de forma colaborativa.

Cada vez está más claro que los focos de transmisión locales están impulsando las tendencias nacionales.

Por ese motivo, las autoridades de salud deben tener una imagen clara de lo que está sucediendo a nivel local y comunicar rápidamente tanto los riesgos como las medidas de salud pública necesarias para reducir la transmisión.

Al empoderar a las instituciones locales, como laboratorios, escuelas de salud pública y universidades, para diagnosticar nuevos casos a nivel local en el marco de las actividades nacionales de vigilancia, se aprovecha la capacidad de los municipios locales para detectar riesgos más rápidamente y dar seguimiento a las tendencias emergentes.

Mejorar la capacidad de detección a pequeña escala también implica garantizar que haya suficientes centros de diagnóstico locales y que los médicos sepan dónde, cuándo y qué pruebas de la COVID-19 vale la pena enviar a efectos de la vigilancia epidemiológica.

Para actuar de manera más inteligente, los países también deben buscar formas de aprovechar las redes de vigilancia ya establecidas.

Al integrar la vigilancia de la COVID-19 en las actividades de vigilancia de otros virus respiratorios, como la gripe, los países pueden monitorear las enfermedades de manera más eficiente y sostenible.

Actualmente, la OPS, junto con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, está trabajando para establecer un nuevo protocolo de diagnóstico mediante PCR múltiple que permitirá a los países detectar tanto la COVID-19 como la gripe a partir de una única muestra.

Esta nueva estrategia de diagnóstico integrado permitirá a los países mantener sus actividades de vigilancia a medida que trabajan para ser más autosuficientes en su respuesta a la pandemia.

Actuar de manera inteligente también supone aprovechar al máximo los datos disponibles. Por eso la OPS ha creado una herramienta de modelización que rastrea casos y realiza proyecciones de las tendencias a corto plazo.

Esta herramienta de modelización ayuda a los países a medir el impacto de diferentes medidas de salud pública para adaptar sus respuestas.

Estos modelos están siendo utilizados por países del Caribe como Antigua y Barbuda, Barbados, Dominica, Granada, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas para gestionar sus brotes. Y, a medida que la pandemia continúa evolucionando, alentamos a los países a utilizar esta herramienta para diseñar sus respuestas y aplicar medidas de salud pública en el momento adecuado.

Por último, también queremos que los países continúen colaborando para mejorar la vigilancia a nivel regional.

Gracias a los esfuerzos de los países de la Región de las Américas, se ha establecido una red de vigilancia robusta e innovadora que nos permite vigilar de cerca la aparición y la propagación de variantes de la COVID-19.

Sobre la base del amplio legado de las redes de vigilancia de la gripe y otros virus respiratorios de nuestra Región, actualmente disponemos de una sólida red integrada por 45 laboratorios nacionales de salud pública, que continúa creciendo, en la que se realizan pruebas moleculares de la COVID-19 para los países de toda la Región.

La OPS ha brindado apoyo a esta red al elaborar protocolos de laboratorio estandarizados, ofrecer capacitación y donar más de 21 millones de pruebas diagnósticas de la COVID-19 mediante PCR y casi 18 millones de pruebas diagnósticas rápidas a países de la Región.  

Debemos seguir invirtiendo y ampliando esta red regional.

Esta plataforma nos ayuda a rastrear los casos de COVID-19 y se puede adaptar para detectar otros virus y patógenos emergentes; de esta manera, la red constituiría el eje central de la preparación ante pandemias de la Región.

En otro orden de cosas, esta semana se cumplen 30 años desde el último caso de poliomielitis en la Región de las Américas: un niño llamado Luis Fermín Tenorio, de Perú, quien más adelante trabajó como voluntario en la lucha contra la enfermedad. Este extraordinario logro fue posible gracias a las iniciativas de vacunación masiva y a una vigilancia epidemiológica robusta respaldada por una amplia red de laboratorios. Nuestra Región fue la primera en lograrlo.

A pesar de que no se ha producido un solo caso de poliomielitis debido a un poliovirus salvaje en 30 años, todos los Estados Miembros continúan vigilando la poliomielitis y vacunando contra la enfermedad para mantenernos a todos a salvo.

Este domingo, el Día Mundial de la Poliomielitis servirá para recordarnos lo que esta Región es capaz de lograr cuando trabaja unida para controlar las amenazas para la salud, cuando protege a los más vulnerables y cuando se garantiza el acceso de todas las personas a vacunas que salvan vidas.