Rueda de prensa semanal sobre COVID-19: Palabras de apertura de la Directora, 8 de septiembre de 2021

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Buenos días y gracias por participar en la rueda de prensa de hoy.

La semana pasada hubo casi 1,5 millones de casos nuevos de COVID-19 y más de 22.000 muertes conexas en la Región de las Américas. El número de casos notificados este año casi dobla el registrado en el mismo período del año pasado.

En América del Norte, Canadá está notificando repuntes en el número de casos nuevos, mientras que en Estados Unidos, donde el número de hospitalizaciones continúa aumentando, los hospitales siguen saturados y en muchos estados hay poca disponibilidad de camas de UCI.

Con respecto a Centroamérica, el número de casos está aumentando en Costa Rica, Guatemala y Belice. Más de la mitad de los hospitales de Guatemala están por encima de su capacidad debido al influjo de pacientes con COVID-19.

En el Caribe, el número de casos nuevos está disminuyendo, pero el de muertes relacionadas con la COVID-19 está aumentando en muchas islas, incluidas San Martín, Jamaica y Puerto Rico.

El número de casos continúa disminuyendo en América del Sur, aunque ha habido un leve aumento en Venezuela.

Por otra parte, a pesar de que los suministros son limitados, las campañas de vacunación continúan avanzando. Hasta ahora, solamente 28% de la población de América Latina y el Caribe ha sido completamente vacunada.

Pero las cifras varían mucho según el país.

Por supuesto, debemos celebrar que Canadá, Chile y Uruguay hayan vacunado completamente a más de dos tercios de su población. Pero no podemos olvidar que uno de cada cuatro países de nuestra Región aún no ha vacunado a 20% de su población. En algunos países, la cobertura de vacunación es aún menor.

Nos preocupan especialmente los Estados Miembros que se están quedando atrás porque no tienen dosis. Por mencionar algunos: la cobertura de vacunación sigue por debajo de 10% en Guatemala y Nicaragua; en Venezuela, se ha vacunado completamente a poco más de 11% de la población; y en Haití, se ha protegido con las vacunas a menos de 1% de la población.

Esta inequidad es inaceptable. La OPS está ayudando a entregar las donaciones procedentes de países con dosis sobrantes, pero necesitamos más vacunas para salvar vidas en los rincones más afectados de América Latina y el Caribe.

Sin embargo, hoy quiero poner de relieve a un grupo de la población que ha enfrentado una gran incertidumbre, no solo ahora con las vacunas, sino a lo largo de la pandemia: las mujeres embarazadas.

El embarazo es un período de especial vulnerabilidad.

El sistema inmunológico de las mujeres cambia durante el embarazo, exponiéndolas a un mayor riesgo de infecciones respiratorias, como la COVID-19.

Sabemos que, al contraer la COVID-19, las embarazadas tienen mayor riesgo de desarrollar síntomas graves y de necesitar ventilación y cuidados intensivos, en comparación con las mujeres que no están embarazadas. También aumenta su probabilidad de dar a luz prematuramente.

Sin embargo, la pandemia tuvo un impacto significativo en la disponibilidad de servicios de atención prenatal y otros servicios esenciales.

Al menos 40% de los países de nuestra Región han notificado interrupciones en la atención materna y neonatal, y dichas interrupciones se han generalizado durante este segundo año de pandemia.

Según los informes de algunos países, como Belice y Guatemala, la atención relacionada con el embarazo se ha interrumpido en más de la mitad de los establecimientos de salud. 

Esto significa que demasiadas mujeres tuvieron problemas para obtener una cita con el médico en un momento en que la atención no podría ser más crítica.

Hasta el momento, más de 270.000 mujeres embarazadas han contraído la COVID-19 en la Región de las Américas, y más de 2.600 (1%) han muerto a causa del virus.

En lo que va de año, la mayoría de los países de nuestra Región ya han notificado más casos y muertes entre mujeres embarazadas que en todo el 2020.

Los datos varían de un país a otro, y en algunos países la situación se está siguiendo muy de cerca. El riesgo es especialmente alto en México, Argentina y Brasil: en conjunto, estos países han notificado la mitad de todas las muertes causadas por la COVID-19 en mujeres embarazadas en nuestra Región.

En México y Colombia, la COVID-19 se ha convertido este año en la principal causa de muerte materna.

Los países de América Latina y el Caribe llevan tres décadas luchando por reducir la mortalidad materna, y ahora la pandemia amenaza con deshacer 20 años de logros.

Casi todas las muertes maternas son prevenibles y estas pérdidas son incalculables.

Las mujeres desempeñan un papel central en el bienestar de sus familias y comunidades. Y su ayuda es esencial para que los países puedan recuperarse de esta pandemia y reconstruir la economía y la sociedad. 

Por eso cada muerte materna deja un vacío para sus seres queridos y tiene un efecto dominó en toda la sociedad.  

Por fortuna, nuestras manos no están atadas. Hay mucho que podemos hacer para proteger a las mujeres en edad fértil y evitar más pérdidas.

Para empezar, los países deben mantener el acceso a los servicios de salud de los que dependen las mujeres embarazadas.

Los exámenes de rutina y el acceso oportuno a la atención son fundamentales para cuidar la salud de la madre y su bebé y prepararlos para un parto seguro, por lo que deben considerarse esenciales y ser priorizados.

Los países también deben priorizar la vacunación de las mujeres embarazadas y las madres que amamantan.

Si bien algunos países ya están vacunando a las embarazadas, menos de la mitad de los países de América Latina y el Caribe han establecido directrices sobre la vacunación de este grupo de población.

Hablaré con claridad: la OPS recomienda que todas las embarazadas (a partir del primer trimestre), así como a aquellas que están amamantando, se vacunen contra la COVID-19.

Es seguro administrar vacunas contra la COVID-19 aprobadas por la OMS durante el embarazo: son una herramienta fundamental para proteger a las embarazadas durante esta pandemia.

Y, aunque es demasiado pronto para ver el impacto de las vacunas en el número de casos y muertes, hay señales alentadoras: en México, por ejemplo, donde hace tiempo que se priorizó la vacunación de las embarazadas, ni una sola mujer vacunada ha muerto de COVID-19 durante el embarazo. 

Por eso, es extremadamente importante que las mujeres embarazadas tengan acceso a las vacunas contra la COVID-19.

Además, las vacunas tienen otra ventaja: al amamantar, una madre transfiere la inmunidad a su bebé. Por lo tanto, las vacunas contra la COVID-19 también pueden ayudar a proteger a los recién nacidos del virus.

Por último, es fundamental que las mujeres embarazadas sigan cumpliendo las medidas de salud pública que han demostrado ser efectivas contra este virus.

Usar mascarilla, mantener la distancia física, limitar el contacto con personas fuera del hogar y evitar las reuniones en espacios cerrados son medidas especialmente importantes para proteger a las embarazadas de la COVID-19.

El embarazo puede ser una de las etapas más importantes y satisfactorias en la vida de una mujer, además de un período crítico para el crecimiento y el futuro de un bebé.

Tenemos el deber de utilizar todas las herramientas a nuestra disposición para proteger a las mujeres de América Latina y el Caribe y a sus bebés durante la pandemia.