Rueda de prensa semanal sobre COVID-19: Palabras de apertura de la Directora, 15 de junio de 2022

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Buenos días y muchas gracias por participar en la rueda de prensa de hoy.

El número de casos de COVID-19 en la Región de las Américas está en aumento desde hace ocho semanas. La semana pasada, nuestra Región notificó más de 1,2 millones de casos nuevos, lo que representa un aumento relativo del 11% en comparación con la semana anterior, y 4.069 muertes nuevas, lo que representa un aumento del 19,4%.

En América del Norte, Estados Unidos registró por séptima semana consecutiva un aumento del número de hospitalizaciones e ingresos en la UCI, del 2 y 4,2% respectivamente. México notificó más de 31.000 casos, lo que representa un aumento del 71%.

En Centroamérica, se notificaron más de 27.000 casos nuevos, lo que representa una disminución del 32% en comparación con la semana anterior y que se ha revertido la tendencia al alza que se prolongó durante siete semanas. El número de muertes también disminuyó en un 36%.

En América del Sur, se notificaron 417.000 casos nuevos, lo que representa un aumento del 20%. Siete países notificaron un aumento del número semanal de muertes.

Por su parte, el número semanal de casos en el Caribe tuvo un aumento del 3,7%, mientras que el número de muertes aumentó en un 19% en comparación con la semana anterior. De los 22 países y territorios con datos disponibles, nueve países notificaron un aumento del número de hospitalizaciones por COVID-19.

De los 34 países y territorios de la Región que cuentan con datos disponibles, en 15 aumentó el número de hospitalizaciones por COVID-19 en el transcurso de la semana anterior, y en diez países y territorios aumentó el número de ingresos en la UCI.

Nuestros sistemas de salud están logrando hacer frente a la situación porque la mayoría de las personas de la Región están vacunadas contra el virus y, por lo tanto, están mejor protegidas de los cuadros graves y la muerte.

Sin embargo, hay demasiadas personas que aún no se han vacunado, y corren un riesgo mucho mayor de ser hospitalizadas o de morir incluso a causa de la COVID-19. La demanda de servicios de atención ambulatoria para los pacientes con COVID-19 de larga duración es otro factor que nuestros países deben tener en cuenta.

Tenemos las herramientas para proteger a las personas de los cuadros graves y la muerte por COVID-19.

Estamos llegando a la mitad del año, por lo que debemos hacer un balance de los progresos que hemos realizado en la consecución de la meta de la OMS de vacunar al 70% de las personas que cumplen los criterios para recibir la vacuna en todos los países del mundo.

Dieciséis países y territorios de nuestra Región han alcanzado esta meta hasta el momento.

Hay varios otros que están cerca de alcanzarla. Colombia, Bermudas y El Salvador han llegado al menos al 65% de su población y podrían acelerar la cobertura en las próximas semanas.

Tan solo durante la Semana de Vacunación en las Américas, los países participantes administraron 12 millones de dosis de las vacunas contra la COVID-19 en paralelo a sus campañas de vacunación sistemática.

Debemos celebrar este avance, pero lo cierto es que no tenemos tiempo que perder.

Veinticuatro países todavía están trabajando para alcanzar la meta del 70% de cobertura, y 11 países y territorios aún no han alcanzado el 40%.

Tenemos suficientes vacunas para proteger a todas las personas, incluidas las más vulnerables a la COVID-19. Desde que comenzó a funcionar el Mecanismo COVAX en el 2021, el Fondo Rotatorio de la OPS ha entregado más de 142 millones de vacunas a los países de la Región.

Gracias al compromiso de los donantes y los gobiernos nacionales, ahora tenemos los suministros y el apoyo financiero y técnico para ayudar a los países a alcanzar la meta del 70% e incluso superarla.

Nuestra prioridad ahora debe ser transformar las vacunas en inmunidad efectiva, asegurándonos de que las personas reciban las dosis disponibles y de salvar vidas.

Para ello necesitamos concentrar nuestros esfuerzos y ser estratégicos.

Es crucial que los países redoblen sus esfuerzos para proteger a las personas que corren mayor riesgo.

Si vacunamos a las personas mayores, las embarazadas, las personas inmunodeprimidas y los profesionales de la salud, protegeremos tanto a ellos como a nuestros sistemas de salud de las peores consecuencias de esta pandemia.

A medida que aumenta el número de casos, se torna más importante que nunca proteger a las personas más vulnerables. Sin embargo, hay países que están reduciendo las medidas de salud pública, y también están perdiendo fuerza las iniciativas destinadas a ofrecer las vacunas contra la COVID-19 a toda la población.

Por lo tanto, quisiera hacer un llamado a los líderes de los países de nuestra Región para que centren sus recursos y su capacidad en llegar a las personas que aún no se han vacunado.

Para ello, tendremos que adaptar los esfuerzos para abordar las preocupaciones que la población todavía tiene respecto de las vacunas.

Cada vez son más los datos que muestran que los países están administrando las dosis de refuerzo con mucha más frecuencia que las dosis del esquema primario. Esto significa que hay más personas con el esquema completo que están recibiendo las dosis de refuerzo, pero que quienes aún no han recibido ninguna dosis siguen sin vacunarse.

Merece la pena repetir que la vacuna es segura y efectiva. En los últimos dos años, solo en nuestra Región hemos administrado más de 1.880 millones de dosis de forma segura, y tenemos un sistema eficaz de vigilancia regional para detectar reacciones graves atribuibles a la vacunación y examinarlas. Hemos hallado muy pocos de estos eventos. La abrumadora mayoría de las personas vacunadas no presentó efectos adversos y ahora goza de la protección contra la COVID-19.

Los departamentos de salud y sus equipos deben colaborar con las comunidades para hacer un seguimiento de las tendencias y los rumores, recopilar información sobre las actitudes y las creencias, y usar esa información para sustentar sus estrategias de difusión.

Debemos comenzar a concebir nuevas formas de promover las vacunas, formular estrategias adaptadas al contexto que aborden preocupaciones específicas en las zonas donde la cobertura es baja, y transmitir estos mensajes en un contexto de apertura y sensibilidad cultural.

Para lograrlo, debemos encontrar formas creativas de administrar las vacunas cerca de los hogares.

Cuando comenzamos a desplegar las vacunas, se las administraba en supermercados, en escuelas e incluso en plazas y mercados locales.

Ahora, algunos países están dejando de utilizar estos lugares como centros de vacunación.

Es importante que continuemos utilizando nuestros recursos sabiamente e intentemos llegar a las personas estén donde estén, sobre todo las que pertenecen a los grupos más vulnerables.

Y, por último, la pandemia de COVID-19 no es un problema a corto plazo. Los países deben integrar la vacunación contra la COVID-19 en sus programas nacionales de vacunación sistemática.

La última encuesta realizada por la OPS sobre los servicios esenciales de salud mostró que las iniciativas de vacunación sistemática se vieron gravemente interrumpidas por la pandemia y que muchos países tuvieron dificultades para mantener en funcionamiento otros servicios de salud habituales. Además, debido a las actividades de vacunación contra la COVID-19, el número de funciones que desempeña el personal de inmunización aumentó exponencialmente y los gobiernos no contrataron suficientes expertos para hacerse cargo de todas ellas.

La lucha contra la COVID-19 ahora forma parte de nuestras actividades rutinarias. Estamos en un momento de la pandemia en el que tenemos que adoptar una visión a largo plazo.

Debemos integrar las iniciativas de vacunación contra la COVID-19 en nuestros programas nacionales de inmunización para que dispongamos de servicios sólidos de vacunación sistemática, ampliemos la cobertura de vacunación contra la COVID-19 y nos preparemos mejor para futuras emergencias.

Este virus no va a desaparecer pronto, y los casos recientes de viruela del mono y hepatitis aguda muestran que debemos responder con rapidez cuando vemos que se avecina un nuevo riesgo.

Nuestros sistemas de salud son tan fuertes como los trabajadores que los impulsan. La construcción de sistemas de salud más resilientes debe incluir la inversión en las personas que los mantienen en funcionamiento.

Durante la pandemia, muchos trabajadores de los programas nacionales de inmunización tuvieron que desempeñar más funciones de las que podían abarcar a medida que surgían nuevas necesidades y los recursos materiales y humanos se encauzaban hacia la respuesta a la emergencia. Hoy, nuestra Región enfrenta un déficit de 600.000 trabajadores de salud pública.

Para enfrentar un contexto en el que la COVID-19 continuará presente a largo plazo, recuperarnos de dos años de interrupciones y prepararnos para lo que depare el futuro, trabajaremos para apoyar y capacitar a los prestadores de atención de salud necesarios, así como y los gerentes y el personal de los programas, que tanta falta hacen.

Ahora es el momento de que los países aprovechen todas las enseñanzas que nos dejó la respuesta a la pandemia y se comprometan a invertir en sistemas de salud más fuertes y resilientes.