Una jornada de vacunación contra el VPH en Brasil

La fila para vacunación en la Escuela Municipal Itamar Martins Ferreira, en Goiânia, capital del estado de Goiás, es larga. Niñas y niños (de 9 a 14 y de 11 a 13 años, respectivamente) esperan para recibir la segunda dosis de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH). La primera dosis se les ha aplicado seis meses atrás en el mismo lugar.

Niña participando en evento de vacunación contra el VPH en Brasil
Niña participando en evento de vacunación contra el VPH en Brasil

La iniciativa de ir hasta el lugar donde se encuentra la población destinataria es posible gracias a la asociación entre las Secretarías Municipales de Salud y Educación, por medio del Programa de Salud Escolar (PSE) creado en el 2014. Esa movilización facilita la vacunación contra el virus causante de cáncer cervicouterino y de otros tipos de cáncer.

En Brasil, el Sistema Único de Salud (SUS) ofrece la vacuna contra el VPH desde el 2014 a las niñas de 9 a 14 años. Este tipo de cáncer es el cuarto en número de muertes entre las mujeres en el país. La vacunación contra el VPH es, junto con el tamizaje, la principal herramienta para eliminar el cáncer cervicouterino. Sin embargo, para garantizar su efectividad, se necesitan dos dosis de la vacuna, que deben aplicarse con un intervalo de seis meses.

“Hace dos años mi tía murió de cáncer cervicouterino. Después de eso, mis padres me hablaron sobre la importancia de la vacuna”

Las mujeres VIH positivas de 9 a 26 años también reciben la vacuna, pero en este caso en tres dosis, la segunda dosis al cabo de dos meses y una tercera dosis seis meses después.

“Hace dos años mi tía murió de cáncer cervicouterino. Después de eso, mis padres me hablaron sobre la importancia de la vacuna” cuenta Pâmela Pablino, de 13 años. A partir de esa pérdida, ella se concientizó de la posibilidad de prevenir esta enfermedad.

Mientras las profesionales de salud aplicaban las vacunas, Marislei Brasileiro, la enfermera de la Secretaría Municipal de Educación, conversó con varias adolescentes sobre la vacunación contra el VPH y aprovechó para aclarar las dudas más frecuentes. Ella explica que, en esa escuela pública, se escogió a dos alumnas como niñas enfermeras. “Ellas se encargan de conversar con sus compañeros sobre el VPH y sus consecuencias, y de concientizarlos sobre la importancia de la vacunación antes iniciar la vida sexual”cuenta Marislei.

Las niñas enfermeras reciben orientación por medio de material de apoyo, elaborado por la Secretaría Municipal de Educación, donde hay información relevante sobre el tema, por ejemplo, cómo ocurre la transmisión del virus, cuáles son los síntomas de la infección, cuándo se presentan y cuáles son las formas de prevención y tratamiento. “La niña enfermera tiene que ser una persona de mente abierta, que converse naturalmente con los compañeros sobre el VPH y la prevención del cáncer”, afirma Marislei.

Una de las niñas enfermeras es Juliana Maciel Estôco, de 9 años. Sus padres Bernardete y Deilton se muestran orgullosos con el empeño de su hija en transmitir información que pueda promover la salud de sus compañeros. “Ella siempre se ha mostrado dispuesta a cuidar, a los demás, tiene un sentido de responsabilidad natural y es muy amorosa”, dice su madre.

Grecia Pessoni, gerente de inmunización de Goiânia, afirma que vacunar a los niños y adolescentes contra el VPH aún es un desafío para la salud pública. “Al comienzo, en el 2014, muchos padres demostraron prejuicio, pues relacionaban la vacunación contra el VPH con un estímulo para iniciar la actividad sexual. Dijeron que la vacuna podría causar reacciones adversas y difundieron varias otras noticias falsas”. Ella cuenta que, aun con esos obstáculos, siguieron insistiendo e incentivando las campañas en las escuelas. La aceptación de la vacuna por los niños y adolescentes fue mayor, pues “ellos son incentivados por sus propios compañeros”.