La gran disparidad en el acceso a métodos anticonceptivos refleja inequidades sociales en los países de América Latina y el Caribe

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Existe una amplia variedad de situaciones en términos de planificación familiar y en el tipo de métodos anticonceptivos usados entre los países de América Latina y el Caribe y al interior de éstos, una disparidad que refleja inequidades que repercuten mayormente en las personas más vulnerables. Esta conclusión se desprende de un artículo de libre acceso que se publica en el número de febrero de la revista Lancet.

La investigación publicada en Lancet Global, “Uso de anticonceptivos en Latinoamérica y el Caribe con un foco en los anticonceptivos reversibles de larga duración: prevalencia e inequidades en 23 países”, surge del análisis de los datos de 23 países en Latinoamérica y el Caribe, en base a una muestra de 212.573 mujeres sexualmente activas de entre 15 y 49 años, lo que comprende el 91% de las mujeres en edad reproductiva en la Región.

Haití es el país con la prevalencia más baja de uso de anticonceptivos modernos (31,3%), seguido de Bolivia (34,6%); mientras que Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba y Paraguay cuentan con una prevalencia de uso del 70%. El uso de anticonceptivos de larga duración reversibles fue por debajo del 10% en 17 de los países (solo Cuba, Colombia, México, Ecuador, Paraguay y Trinidad Tobago tienen un porcentaje mayor del 10% en este tipo de método). En ese sentido, las mujeres de mayores ingresos tienen una mayor frecuencia del uso de anticoncepción permanente y métodos reversibles de larga duración.

“Las inequidades en la salud están relacionadas con los determinantes sociales, y América Latina y el Caribe todavía se caracteriza por una amplia inequidad social y de ingresos, a pesar de que ha habido grandes progresos”, señala el artículo. En ese contexto, los autores puntualizan que varios países en la región han hecho importantes progresos incrementando el uso de anticonceptivos modernos, pero continúa habiendo inequidades entre y en los países.

Ahondando en la disponibilidad de los dispositivos intrauterinos (DIU), los autores observan que esta es alta generalmente en el sector privado, pero limitada en el sector público, en el que las mujeres más vulnerables reciben atención. Asimismo, enfatizan que en la Región la inserción del DIU postparto no es una práctica universal.

En muchas situaciones, de acuerdo con los datos analizados en la investigación, la elección de anticonceptivos depende de los proveedores de salud y de las políticas públicas. Es por ese motivo que los autores sostienen que “los países deben poner a disposición de los proveedores de la salud de los programas de planificación de una canasta de anticonceptivos una amplia variedad de métodos. Con la opción de anticonceptivos de corta y larga duración y la información necesaria, las mujeres tendrán entonces la posibilidad de tomar sus propias elecciones informadas, adoptando los métodos que mejor se ajustan a su necesidad y su cultura”.

Otro hallazgo de la investigación señala que la esterilización es un procedimiento ampliamente extendido en algunos países, lo que puede indicar que “las mujeres acaban recurriendo a un método irreversible para evitar las limitaciones en el acceso o las dificultades en el uso relacionado con otros tipos de anticonceptivos modernos”. Un caso mencionado es el de Brasil, donde la esterilización femenina fue el método anticonceptivo más frecuente en los años 90 lo que, “puede sugerir que las mujeres optaron por esto para facilitar su entrada en la fuerza de trabajo”.

Frente a esta realidad, los autores sostienen que los métodos anticonceptivos de larga duración son una excelente alternativa “teniendo en cuenta que son altamente efectivos, preservan el derecho de las mujeres a decidir sobre su fertilidad en el futuro y minimizan las dificultades en el acceso debido a que no se necesita la reposición por un periodo de 3 a 5 años”.

Así, concluyen: “Creemos que hay un espacio para aumentar el uso de anticonceptivos de larga duración reversibles en la mayoría de los países, incluyéndolos en la canasta de métodos ofrecida o mejorando la información dada a las mujeres. En cualquier caso, las mujeres deben ser las que decidan en su reproducción, siendo capaces de hacer una elección libre e informada para la elección de los métodos anticonceptivos”.