Bajo la guía actual para COVID-19, todas las comunidades en Colombia están obligadas a incinerar a las personas cuando mueren, pero para los pueblos indígenas de la Alta Guajira se hace una excepción. Las creencias y prácticas culturales de la población wayú en torno a la muerte son tan importantes que ahora el Gobierno les permite el entierro bajo tierra o en una bóveda.
Bogotá, 13 de noviembre del 2020 (OPS/OMS).—La decisión se tomó antes de que la COVID-19 llegara a las comunidades rurales de Alta Guajira, que viven en un extenso desierto de 8.200 kilómetros cuadrados en 22 mil poblados dispersos.
Seguir las instrucciones del gobierno para protegerse contra la COVID-19 es realmente difícil para las personas que viven en la Alta Guajira.
Además, con temperaturas superiores a los 40 grados centígrados, llevar mascarillas, que ya son escasas, resulta incómodo. No hay suficiente agua dulce para que las personas se laven las manos con regularidad y se necesita una hora a pie para llegar a las fuentes de agua.
Las condiciones de salud que siempre han afectado a la población, como la desnutrición, las enfermedades diarreicas agudas, la tuberculosis, las enfermedades respiratorias agudas y las muertes maternas y neonatales, aún persisten.
El primer caso de COVID-19 llegó a Colombia el 6 de marzo de 2020. Sin embargo, para febrero, el país ya había comenzado a fortalecer su sistema de vigilancia y red nacional de laboratorios. También duplicó su capacidad para brindar servicios de salud, incorporando más equipos a los hospitales y suficiente personal de salud calificado para atender las necesidades de la población. Sin la participación de la población, en materia de higiene y autoprotección, sería imposible detener la propagación de la COVID-19, lo que lleva a Colombia a llamar rápidamente a sus ciudadanos a entrar en acción.
Estaba claro que la mejor manera de llegar al pueblo wayú es a través de servicios de atención primaria de salud, ubicados cerca de los hogares, que conectan y apelan a su propia cultura. El departamento y las autoridades locales de salud acordaron promover una atención primaria de salud adaptada a las características del territorio y la situación actual, y con la participación efectiva de la comunidad. Junto con una mejor infraestructura, equipos y medicinas, existe una convocatoria de personal de salud capacitado con un profundo conocimiento personal del idioma y las prácticas culturales locales wayuunaiki.
La OPS/OMS ha apoyado a las autoridades locales en la implementación de un modelo de salud “intercultural” con el pueblo wayú. Esta iniciativa cuenta con el apoyo de la UHC-Partnership, que ayuda a 115 países a acelerar el progreso para lograr la cobertura universal de salud (CUS) a través de fondos proporcionados por la Unión Europea (UE), el Gran Ducado de Luxemburgo, Irish Aid, el Gobierno de Japón, el Ministerio de Francia para Asuntos Exteriores y Europa, el Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido y Bélgica.
“Con este proyecto queremos fortalecer las capacidades de los equipos básicos de salud mediante la incorporación de 16 gestores comunitarios del pueblo indígena wayú, quienes en sus comunidades deben realizar la vigilancia epidemiológica comunitaria; la promoción de estilos de vida saludables; el seguimiento apersonas con enfermedades crónicas, mujeres embarazadas y menores de 5 años, y la gestión de riesgo para prevenir enfermedades transmisibles”, dijo Gina Tambini, Representante de la OPS/OMS en Colombia.
Colombia demuestra cómo el compromiso nacional y la cooperación internacional para la salud universal llegan a las personas de las comunidades más remotas y en situaciones de vulnerabilidad. A medida que la pandemia por COVID-19 se propaga por el país, el pueblo wayú está aislado física y geográficamente del resto de Colombia, pero no se queda atrás en los esfuerzos por brindar salud para todos.
