• COVID-19 kits desarrollados por Uruguay

Cómo Uruguay desarrolló kits propios para diagnosticar la COVID-19 en un contexto de escasez mundial

 

 

 


Jóvenes investigadores desarrollaron localmente pruebas para detectar el nuevo coronavirus. El test, sumado a otras medidas de salud pública, permitió a las autoridades identificar los focos y procurar detener la propagación del virus.  

Uruguay, 15 de diciembre 2020 (OPS) - Era viernes a media tarde y hacía días circulaban rumores que luego eran desmentidos por las autoridades. Finalmente, la confirmación del primer caso de COVID-19 ocurrió en Uruguay el 13 de marzo de 2020. Para ese entonces había algo que los científicos uruguayos tenían claro: estaban solo en el comienzo de una zafra de trabajo, tal vez única en sus carreras.

Solo seis meses después los nombres de algunos de esos científicos resuenan por todas partes. Mientras antes se paseaban en el completo anonimato por la vida montevideana, hoy, algunos son reconocidos en la calle. Horas y horas de televisión, entrevistas de radio, la foto central y tapa en una de las principales revistas de sociedad que hay en el país: ellos cruzaron una barrera.

Ahora ser científico en Uruguay, para mucha gente, no tiene la misma connotación que hace unos meses. El aporte al país se hizo evidente. El logro de haber desarrollado kits diagnósticos para detectar la COVID-19 mientras las alertas de su escasez recorrían el mundo, hizo que estos científicos se arremangaran la túnica blanca y a partir de su intenso trabajo salieran a la luz pública con un aporte invalorable, producto de la construcción de escenarios de trabajo articulados.

El “timing perfecto”

El trabajo comenzó mucho antes de la llegada de la COVID-19 a Uruguay. La decisión se tomó antes de la emergencia sanitaria, antes del registro de los primeros casos de la COVID-19 en el país. “El timing fue perfecto”, dijo Gonzalo Moratorio, uno de los líderes en el desarrollo de kits de diagnóstico de COVID-19. Gonzalo es doctor en virología, director del Laboratorio de Evolución Experimental de Virus del Instituto Pasteur de Montevideo y profesor adjunto de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República.

Gonzalo Moratorio
Gonzalo Moratorio, uno de los líderes en el desarrollo de kits de diagnóstico de COVID-19.

A finales de febrero los científicos comenzaron a trabajar para entender cómo actuaba este coronavirus. Era verano en Uruguay y la nueva enfermedad ocupaba un lugar en la sección de Internacionales de los diarios. Los faltantes de insumos para hacer el diagnóstico por biología molecular eran noticia en el mundo, mientras el virus se esparcía. Los científicos uruguayos se preocuparon. Las empresas que ofrecían kits diagnósticos les cerraron la ventana a varias regiones y ya no había pruebas suficientes para satisfacer la demanda global.

“En ese momento pensamos en las capacidades que nosotros teníamos en Facultad de Ciencias y el Instituto Pasteur para poder desarrollar o adaptar algún test diagnóstico que la Organización Mundial de la Salud recomendara. Decidimos pedir los insumos para empezar a adaptar 7 protocolos de la OMS para elaborar un kit de diagnóstico nacional”, contó otra líder de equipo del desarrollo de kits, Pilar Moreno, doctora en Ciencias Biológicas, investigadora del Instituto Pasteur y profesora adjunta del Laboratorio de Virología Molecular de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República.

El ministro “estudiante”

Cambio de gobierno mediante, el 1 de marzo de 2020 asume el nuevo ministro de Salud Pública, Daniel Salinas. Tres días antes, “Salinas se acercó por motivación propia y por comunicación con su hermano científico. Confió y se apoyó en científicos jóvenes”, destacó Moratorio. El ministro escuchó y sacó apuntes “como un estudiante” sobre las técnicas diagnósticas y las capacidades para un desarrollo local, recuerda el profesional. Luego siguió “el trabajo sin parar”, el apoyo de las máximas autoridades de ambas instituciones de educación e investigación “fue fundamental”, dijo. “Pudieron darnos las herramientas y la confianza para poder desarrollar esto”, agregó.

En un escenario de potencial escasez, científicos y autoridades coincidieron que era clave que Uruguay tuviera la capacidad de testear a toda la población si así se requería. Los motivos que cita Moratorio son varios: “soberanía nacional”, “democratizar la ciencia” y “tener armas para ser nosotros los capitales de nuestro barco en cuanto a la cantidad, velocidad de producción y traslado” y apoyando a un Sistema Nacional Integrado de Salud que llega a todo el país.

Para poder contener un brote de la COVID-19 comprender cómo se mueve el virus, dónde circula, y tener la capacidad para detectar la mayor cantidad de casos a tiempo, es clave para cortar la cadena de transmisión y asesorar las medidas de salud pública.

Como “un sueño”

“Los protocolos son pasos a seguir que se deben cumplir a partir del momento en que se toma la muestra, una suerte de instrucciones sobre cómo diagnosticar el virus”. Mediante diagnóstico molecular el trabajo consiste en “detectar la presencia de material genético del virus”, explicó Moreno.  

Los jóvenes científicos, acompañados por un equipo de voluntarios, comenzaron a trabajar sobre uno de los protocolos, el de Hong Kong. Aún no había casos positivos en el país y por carta pidieron que les enviaran genoma viral no infeccioso. “Viene en un papel y de ahí sacamos un pedacito de ese gen, lo usamos como control positivo”, contó. Luego trabajaron con la técnica de Estados Unidos. Usaron ambos protocolos y los adaptaron, y lograron la meta ya cuando los primeros casos de COVID-19 comenzaban a aparecer en el país.

Para Moratorio fue “una oportunidad muy linda para sacar la creatividad, poder adaptarla y optimizar protocolos. Logramos hoy -en vez de hacer tres o cuatro reacciones- disminuir significativamente el volumen de reactivos y componentes moleculares para analizar un tubo por paciente y por lo tanto poder ampliar esto”, contó el investigador. Luego la otra innovación fue estudiar “muestras agrupadas” como se solía hacer antes, pero sumándole ciencia del siglo XXI.

“No reinventamos la rueda, sino que utilizamos conceptos probados en otros lugares del mundo y los optimizamos para usarlos en nuestro medio con nuestras capacidades”, resumió.

En el camino recorrido, Moratorio destaca un punto clave para este desarrollo: estar conectado con científicos en el exterior y contar con información actualizada y de primera mano.

Para Moreno haber logrado esto “fue como un sueño”. Al llegar los primeros casos la “presión” por tener estos kits se sintió fuerte y el logro generó gran satisfacción. Si bien los investigadores trabajan pensando en una futura aplicación de lo que hacen, esta vez el vínculo fue muy directo y próximo en el tiempo. “Sentir que fue algo de impacto a tan corto plazo lo hizo único”, comentó la investigadora.

“Hicimos un kit nosotros. Compramos los reactivos que nos faltaban y adaptamos las técnicas moleculares recomendadas. Es el kit que ahora se está usando”, contó Moreno. Hacerlo con un desarrollo local es además menos costoso, indicó.

“La gente logró entender la importancia de la ciencia, de cómo podemos colaborar con una crisis nacional”, festejó Moreno. Los medios se inundaron de notas, los científicos pasaron a ser protagonistas.

Como dijo el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, “no se puede combatir un incendio con los ojos vendados”. Para combatir la pandemia, conocer los casos positivos es fundamental y los kits son la herramienta esencial. Es la manera de “saber dónde están los focos para poder apagarlos”, agregó Moreno.

Mujer contacta a persona expuesta a la COVID-19
Mujer contacta a persona expuesta a la COVID-19

Un “número enorme”

“En Uruguay existe un sistema científico por el cual se apostó, se le incentivó y demandó” y que supo también responder, comentó Moratorio. El investigador tiene 37 años y está a cargo de un equipo integrado en su mayoría por jóvenes de entre 25 y 30 años. “Denota un sistema científico maduro que estuvo a la altura”, opinó.

El equipo que dirigen Moratorio y Moreno comprende a unas 11 personas y es mixto, ya que las personas pertenecen tanto a la Facultad de Ciencias como al Instituto Pasteur. Ubicados en el mismo predio en Montevideo, solo unos breves minutos de caminata interna entre árboles y el cruce por un pequeño portón de alambrado dividen a un edificio del otro.

Cuántos años de trabajo lleva lograr algo así los lleva a recapitular su historia y comienzan a aparecer unos cuantos mojones asociados a la inyección en inversión estatal para llegar a esta meta. En 2001 comenzó su carrera y el final del posdoctorado llegó 18 años después de estudios continuos, “sin parar” y ahora vive y trabaja con dedicación completa a la ciencia en Uruguay tras regresar de cinco años en París, recuerda Moratorio.

Uruguay tiene unos 1800 investigadores dentro del Sistema Nacional de Investigadores, unos 600 por millón de habitantes que esperan la promesa de inversión del 1% del PBI en ciencia y tecnología. Para Moratorio hay empresas públicas y privadas que deberían invertir más en ciencia y debería haber más lugar para los profesionales formados en el país.

El seguimiento de los casos

Los buenos resultados de Uruguay en el control de la pandemia se deben a varios factores. “Nosotros fuimos parte de la solución”, pero no los únicos, afirmó Moreno. Es que el diagnóstico de COVID-19 es una pata clave en el combate de la pandemia, pero para que este resultado se gestione exitosamente necesita de una cadena que excede el laboratorio y se basa en la vigilancia epidemiológica. Se investiga el caso, se realiza una visita domiciliaria si lo amerita, se buscan los contactos, todo esto coordinado por el Ministerio de Salud Pública (MSP).

Cuando una persona es positiva se debe rastrear dónde trabaja, qué función cumple, con quién vive, si tuvo visitas o acudió a reuniones, todo. Puede haber desde cinco hasta 40 contactos, el número es impredecible. Todos ellos deben permanecer en cuarentena y al séptimo día se les realiza el hisopado para diagnóstico.

Mónica Castro
Lic. Enf. Mónica Castro, directora del Departamento de Vigilancia en Salud del Ministerio de Salud Pública

La “experiencia inicial” fue de los casos más numerosos que le han llegado al MSP, contó la Lic. Enf. Mónica Castro, directora del Departamento de Vigilancia en Salud del Ministerio de Salud Pública. Un casamiento con 500 invitados y el primer caso de COVID-19 diagnosticado el 13 de marzo en Uruguay.

“Todavía no estaban los procesos aceitados como ahora, hubo que contactar a las personas y sus vínculos cercanos. Hoy en todas partes del mundo el rastreo de contactos es una de las acciones que ha tomado un rol protagónico. No es para nosotros una cosa nueva, es bastante común en nosotros hacer el seguimiento”, comentó Castro.

Según Castro, el rastreo de contactos es “una medida de control”. “Intenta buscar a las personas en riesgo y ponerlas en cuarentena, las trata de aislar para que (el virus) no se propague”. El MSP ha podido realizar este trabajo para cada positivo en el país. A veces la cuarentena resulta dificultosa. Una sola habitación para cuatro o cinco personas no es una situación deseable, y la solución se piensa caso a caso.

Para Moreno hay otros puntos importantes en el combate exitoso a la pandemia en Uruguay, como el cese de un gran número de actividades apenas se conoció el primer caso en el país con un fuerte acatamiento social de la cuarentena no obligatoria y también el acceso cercano al sistema de salud.

“El test fue un aporte significativo, pero hubo también un esfuerzo de toda la sociedad y las instituciones de, frente a esta situación, trabajar juntos”, destacó Moreno. Y es que solo con el compromiso de todos, la COVID-19 puede mantenerse bajo control.