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Fiebre amarilla en el sur de Colombia: la estrategia que derribó mitos e impulso la vacunación

Un entrenamiento en comunicación asertiva para 526 trabajadores de salud —en el sur del Tolima, departamento de Colombia— logró mejorar coberturas de vacunación en zonas de difícil acceso y cambiar la forma de interactuar con comunidades renuentes, en medio de un brote de fiebre amarilla que no da tregua.

— Septiembre de 2025 —

Zahira Peralta camina durante horas, a veces por trochas accesibles solo a lomo de mula, cargando su nevera con vacunas y la convicción de que cada dosis puede salvar una vida. Es auxiliar de enfermería en el Hospital Nuestra Señora de Lourdes y ha recorrido las veredas del municipio de Ataco en medio del brote de fiebre amarilla.

En Ataco, el primer golpe de la enfermedad llegó en marzo de 2025, en la vereda Buena Vista, a cuatro horas del casco urbano. Paulo Yesid Charry, Secretario de Desarrollo Social y de Salud Municipal, estuvo en la casa de un paciente fallecido y comprendió que la batalla no era solo contra el virus. “La mayor barrera ha sido convencer a las personas de vacunarse”, admite. Las creencias religiosas, los mitos y el recuerdo de la pandemia alimentaban el rechazo. “Uno explica, advierte las consecuencias, pero a veces la respuesta sigue siendo un no. Es frustrante”, lamenta.

Desde entonces, muchos vacunadores y vacunadoras en municipios como Chaparral, Planadas y Rioblanco han vivido jornadas marcadas por una sensación agridulce: la alegría de quienes aceptan protegerse contrasta con quienes, a pesar de los argumentos expuestos, continúan negándose a la posibilidad más efectiva para proteger la vida. Las puertas cerradas y las negativas firmes resultaban tan pesadas como la urgencia de inmunizar. Desde 2025, los casos se han reportado casi todas las semanas, con una concentración marcada entre quienes no habían recibido la vacuna.

En respuesta a estos desafíos, la Organización Panamericana de la Salud y la Secretaría de Salud del Tolima ofrecieron un curso de la OMS enfocado en técnicas de entrevistas motivacionales para favorecer la aceptación de la vacuna: formular preguntas abiertas, practicar la escucha activa y manejar con respeto las conversaciones con personas que rechazan la inmunización, dejando siempre un puente abierto para insistir y persistir sin cerrar el diálogo. Además, los participantes aprendieron conceptos básicos de cambio de comportamiento y percepción del riesgo, y pusieron en práctica lo aprendido con ejercicios dinámicos que simulaban situaciones reales en el terreno.

“La comunicación empática es clave para que las vacunas lleguen a quienes más las necesitan. No basta con que la vacuna exista y esté disponible; es necesario que las personas comprendan su importancia, confíen en ella y tomen la decisión de aplicársela, basándose en información clara. La ciencia nos da la herramienta, y la empatía abre la puerta para que las personas decidan usarla”, explica Fernando González, Asesor Internacional de Inmunizaciones de la OPS en Colombia.

Resultados que se cuentan en coberturas y en historias

Zahira recuerda cómo hace unas semanas una carpeta de vacunación marcaba apenas el 62% de cobertura. Tras el taller, y aplicando lo aprendido, subió al 85%. En la vereda Mesa de Pole logró que se reconsideraran siete de diez rechazos; y en Fortaleza, nueve de quince.

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"Antes, muchas personas respondían con un 'no' cortante, pero ahora la conversación fluye", relata Yamile Reyes, auxiliar de enfermería en Ataco, sobre el cambio que notó en la interacción con las personas, después de aprender a resolver las dudas más frecuentes. Recuerda que, antes del taller, los rechazos eran rápidos, casi automáticos, y muchas veces no había espacio para explicar los beneficios de la vacuna. “Ahora, incluso cuando la respuesta inicial es negativa, la gente se detiene a escuchar, pregunta, quiere saber más. Eso nos da la oportunidad de volver, de insistir con respeto y de que, poco a poco, cambien de opinión”, cuenta.

Esa mayor seguridad también quedó reflejada en las encuestas aplicadas al final del entrenamiento dirigido a 526 vacunadores, auxiliares de enfermería y médicos del sur del Tolima: la confianza promedio para interactuar con la comunidad subió de 4,27 a 4,73 sobre 5; el 97,6% de los participantes alcanzó un nivel alto de confianza y el 95,3% afirmó que recomendaría el curso. "Nos ayudó a saber cómo llegar a las personas, cómo hablarles y aclarar dudas", añade Claudia Marcela Pérez, quien logró que varias familias aceptaran la vacuna.

Tu salud es tu poder, vacúnate contra la fiebre amarilla

La fiebre amarilla es una enfermedad viral grave que, en su ciclo selvático —el tipo registrado en Colombia—, es transmitida por mosquitos de los géneros Haemagogus y Sabethes. Puede causar fiebre alta, dolores intensos, ictericia y, en los casos más severos, hemorragias e incluso la muerte. Aunque no existe un tratamiento específico, sí contamos con una vacuna segura, gratuita y de una sola dosis que protege de por vida. Esta vacuna forma parte de las estrategias de control de la enfermedad en Colombia, desde hace más de 70 años.

El brote actual ha dejado decenas de casos y muertes en el Tolima, uno de los departamentos más afectados del país. Por eso, en este territorio se han implementado múltiples acciones: vigilancia entomovirológica y control vectorial —que incluyen la captura e identificación de mosquitos en laboratorio—, vigilancia de primates, monitoreo comunitario para identificar casos, y, por supuesto, un manejo clínico eficiente y oportuno para salvar vidas.

En un contexto marcado por este brote, la principal enseñanza del taller es clara: la comunicación asertiva, empática y basada en evidencia no es un complemento opcional de la salud pública, sino una pieza clave para fortalecer las acciones de prevención y control. “Somos un municipio resiliente y estoy seguro de que, con el corazón y el trabajo conjunto, superaremos esta situación”, subrayó el secretario Charry.