Amelia Acosta da Silva: Medio siglo de vida dedicado a la atención primaria en salud

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Amelia Acosta tenía 17 años cuando hizo su primer curso como auxiliar de Medicina Simplificada en Puerto Ayacucho, estado Amazonas. Se trataba de un modelo de atención impulsado por el doctor José Ignacio Baldó y orientado hacia la promoción de la salud y la prevención de enfermedades para la atención primaria de “poblaciones rurales dispersas”.

Al cabo de cuatro meses de entrenamiento, Amelia fue acreditada como auxiliar de Medicina Simplificada. Este fue su primer escaño en el área de la salud. Así, desde temprana edad, peldaño a peldaño, Amelia inició su caminar en la salud pública de Venezuela. Hoy en día, es reconocida por coordinar durante 30 años el Programa Nacional de Medicina Simplificada.

Su primer paso en la salud, a muy temprana edad, fue certificarse como auxiliar de Medicina Simplificada. ¿Qué pasos le siguieron?

— Como en aquellos años en Puerto Ayacucho las oportunidades eran limitadas, una vez certificada como auxiliar de Medicina Simplificada, decidí irme a Caracas e inscribirme en la Escuela de Enfermería en la Ciudad Universitaria. Ahí me convertí en profesional de Enfermería de nivel medio. Traté de ser de las mejores en la Escuela de Enfermería para que el Hospital de Puerto Ayacucho me becara y poder hacer mi licenciatura.
Me becaron y cursé los estudios de Enfermería en la Universidad de Los Andes, en el estado Mérida. Yo hice todas las etapas de la enfermería siendo auxiliar de Medicina Simplificada, auxiliar de Enfermería, enfermera profesional de nivel medio, después hice mi licenciatura, una especialización en Administración de los Servicios de Enfermería y una maestría en Enfermería Comunitaria.

Incluso luego de jubilada, en 2008, siguió estudiando. “Jubilada hice dos carreras a la vez: soy profesora, graduada en la UPEL (Universidad Pedagógica Experimental Libertador), y abogado de la Universidad Bolivariana de Venezuela”, cuenta Amelia.

—¿En qué consistía el programa de Medicina Simplificada? ¿Cómo fueron sus inicios?

—El doctor José Ignacio Baldó observó en sus visitas de estudios a Amazonas que, en ese medio rural disperso y de tan difícil acceso, en las comunidades lejanas de la capital (Puerto Ayacucho), la población carecía de atención médica. Él decía que el médico no iba a estas comunidades a atender a esa población, que se estaban muriendo y que necesitaban atención. Esto provocó discusiones en el gremio. Se oponían a colocar personal no médico para la atención en salud. Luego de largas disertaciones, se decide establecer el programa para la atención en salud de menor complejidad, dedicado a la promoción de la salud y la prevención de enfermedades. Entonces, se editó el Manual de Medicina Simplificada, sencillo y explícito, para orientar el accionar de las auxiliares de Medicina Simplificada, se seleccionó al personal de las comunidades y estos fueron capacitados para la atención en salud.

El auxiliar de Medicina Simplificada lideraba el programa “bajo la supervisión directa de médicos y de enfermería con participación activa y consciente de la población a través de sus líderes y organizaciones”, como lo puntualiza el Manual del Auxiliar de Medicina Supervisada, editado por primera vez en 1962.

En septiembre de 1963, la Federación Médica Venezolana emitió una resolución en la cual respaldaba el trabajo del doctor Baldó sobre los problemas sanitarios y asistenciales de la población rural dispersa, presentado en su XVIII Asamblea Ordinaria.

El Ministerio de Sanidad y Asistencia Social designó a una persona para capacitar al personal seleccionado en Puerto Ayacucho. Se capacitaron a los primeros 10 auxiliares de manera individualizada, con una carga académica de 750 horas.

—¿Usted se formó en la primera cohorte de auxiliares de Medicina Simplificada?

—Yo hice el primer curso de Medicina Simplificada que se dictó en el estado Amazonas y, posteriormente, me convertí en instructora del Programa. Después llegué al Ministerio a coordinar el programa de Medicina Simplificada a nivel nacional. Estaba encargada de visitar la mayoría de los ambulatorios rurales y verificar la atención en salud que en ellos se brindaba.

—¿En qué consistía la atención que brindaban a las comunidades rurales?

—El personal formado como auxiliar de Medicina Simplificada contaba con un Manual para la atención de la población. Si, por ejemplo, llegaba un paciente con diarrea, el auxiliar buscaba en su libro qué era la diarrea, cuáles eran los síntomas, y qué tratamiento le iba a dar. Los auxiliares ubicados en los ambulatorios rurales contaban con los medicamentos indicados en el Manual. Tenían la instrucción de aplicar exclusivamente esos tratamientos.

Los auxiliares trabajaban en medios rurales con menos de 1000 habitantes para poder hacer visitas domiciliarias, para poder estar cerca de esa comunidad. Y el médico rural, que estaba en los ambulatorios tipo 2, haciendo su artículo 8, iba a visitar esos ambulatorios tipo 1 y la auxiliar de Medicina Simplificada le organizaba las citas requeridas por la población; aprovechaba para coordinar los casos de morbilidad o las consultas prenatales, para que los viera el médico en su visita.

Yo como supervisora nacional de Medicina Simplificaba planificaba el año para visitar los ambulatorios tipo 1 de cada Distrito Sanitario. Durante las visitas, supervisaba, revisaba el manual junto a las auxiliares y aclarábamos las dudas sobre su uso. Además, en cada estado había una supervisora de Medicina Simplificada, que era la encargada de reportar mensualmente las estadísticas de las auxiliares.

—¿El programa de Medicina Simplificada sigue activo?

—El programa duró 30 años. En 2008, los auxiliares de Medicina Simplificada fueron sustituidos por lo que hoy se conoce como promotores de Salud Comunitaria. Antes de jubilarme colaboré, junto al doctor Gregorio Sánchez, en la elaboración del Manual del Promotor de Salud.

—Después de más de medio siglo ejerciendo como trabajadora de la salud, ¿se imagina retirada?

— Yo no puedo estar sin hacer algo. Estaba jubilada cuando me llamaron del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) para ofrecerme trabajo y me alegré. Enseguida me incorporé. Ahora soy jefe de la región 2 de la Dirección Nacional de Ambulatorios del IVSS. Cuando llegué al seguro expresé mi preocupación sobre qué hacíamos encerradas si había mucho que dar afuera y me dijeron que esa es la política. Sin embargo, en esta nueva gestión se ha dado un vuelco a esa atención curativa, a retomar lo que ya sabíamos y a los nuevos a tomar en consideración los aspectos de la promoción y prevención. Yo trabajo básicamente en ambulatorios. Los ambulatorios no son para curar, son para promover la salud, para prevenir las enfermedades. Hay que retomar este enfoque de la atención primaria en salud.