“La voz de los techos”: cuando la comunidad se organiza contra la desnutrición infantil en Santa Elena

Miembros de la parroquia José Luis Tamayo comparten mensajes sobre salud y la prevención de la DCI usando una llamada de celular para que sea transmitido por los parlantes de la comunidad.
Roberto Peñafiel
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Quito, 12 de septiembre de 2025.- Desde lo alto de las casas de caña y cemento, en Santa Elena, un altavoz se enciende cada mañana. La comunidad lo ha denominado “La voz de los techos”: un sistema de perifoneo que transmite recordatorios sobre controles prenatales, vacunación, alimentación saludable y cuidados para niñas y niños en sus primeros años de vida. Lo que antes era un parlante para informar sobre decesos o actividades comunitarias, ahora es, en realidad, una poderosa herramienta para combatir uno de los problemas de salud pública más graves y persistentes en Ecuador: la Desnutrición Crónica Infantil (DCI).

Según datos oficiales, la DCI afecta al 19,3% (Encuesta Nacional sobre Desnutrición Infantil, 2024) de los niños menores de 2 años en Ecuador y es uno de los países con las tasas más altas en América Latina. Esta condición afecta el crecimiento físico, cognitivo y emocional de los niños y niñas cuando no reciben los nutrientes adecuados durante sus primeros 1.000 días de vida. “La DCI no solo limita las oportunidades de desarrollo individual, también condiciona el futuro de toda una sociedad”, señala la Secretaría Técnica Ecuador Crece Sin Desnutrición Infantil (STECSDI).

¿Qué es la DCI y por qué es urgente prevenirla?

La DCI se define como una deficiencia prolongada de nutrientes que impide el adecuado crecimiento y desarrollo integral. Y puede llegar a generar consecuencias irreversibles como dificultades en el aprendizaje, problemas de salud en la adultez y pérdida de productividad.

Las principales causas en Ecuador incluyen la falta de acceso a agua segura, reducida atención médica durante el embarazo y los primeros meses de vida, prácticas inadecuadas de higiene y la introducción temprana de alimentos poco nutritivos.

Para enfrentar esta situación, el Gobierno implementó la estrategia “Ecuador Crece Sin Desnutrición Infantil”, que busca garantizar atención integral en salud, nutrición, agua y saneamiento con un enfoque de derechos.

Santa Elena: comunicación que transforma

Con el apoyo de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud en Ecuador (OPS/OMS) en coordinación con el Ministerio de Salud Pública (MSP), en territorios como Santa Elena, Bolívar, Pastaza y Morona Santiago, la estrategia nacional se adaptó a realidades locales mediante un enfoque de Comunicación para el Cambio Social y de Comportamiento (CCSC).

La DCI en esta provincia representa el 32,6% de casos en los niños y niñas menores a 24 meses, de acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Desnutrición Infantil (ENDI 2024), ocupando el segundo lugar en el país, luego de Chimborazo.

En Santa Elena, las radios comunitarias, las redes de WhatsApp barriales y el perifoneo —“La voz de los techos”— se convirtieron en aliados para transmitir mensajes sobre alimentación adecuada, lactancia materna, control prenatal y prevención de enfermedades.

“Nos explicaron la importancia de los controles durante el embarazo, sobre la lactancia y a preparar comida nutritiva con los productos que tenemos cerca a casa”, recuerda una madre participante de los talleres comunitarios.

Bernardo Darquea, viceministro de Gobernanza de la Salud, señala que: “Brindaremos las herramientas necesarias a los padres de familia para que sus hijos crezcan sanos y felices; esto implica un cambio en el comportamiento social mediante una estrategia educativa y comunicacional”.

El modelo basado en la educación popular y la CCSC aplicado en la provincia promovió acciones en distintos niveles:

  • Individual y familiar: formación a mujeres embarazadas, padres y cuidadores en prácticas de alimentación saludable.
  • Comunitario: asambleas en las comunas para debatir sobre salud materno-infantil.
  • Institucional: fortalecimiento de comités de salud locales que actúan como espacios de vigilancia comunitaria y articulación con los centros de salud.

Los resultados han sido significativos: se entregaron equipos para ampliar el alcance del perifoneo local a cientos de familias, los talleres comunitarios lograron incorporar a 45 hombres por mes en actividades de crianza compartida, y las redes de WhatsApp mejoraron la difusión de mensajes en zonas rurales.

Lecciones aprendidas y buenas prácticas

La experiencia en Santa Elena ha dejado aprendizajes clave para la sostenibilidad de las intervenciones:

  • La confianza se construye con continuidad. Como expresó un habitante: “El centro de salud recuperó confianza, pero si cambian los médicos, se retrocede”.
  • La comunicación debe ser bidireccional. Los grupos de WhatsApp y las asambleas comunitarias aseguraron que los mensajes respondan a las necesidades reales.
  • El liderazgo comunitario es indispensable. Promotores, madres, jóvenes y líderes locales fueron quienes legitimaron los mensajes y garantizaron su difusión.
  • El uso de recursos locales fortalece la apropiación. El perifoneo comunitario resultó más efectivo que materiales genéricos porque conecta con la identidad del territorio.

Para Sonia Quezada, representante de la OPS/OMS en Ecuador, “la comunicación dejó de ser un complemento para convertirse en una estrategia central de salud pública. Escuchar, dialogar y construir con las comunidades ha sido clave para generar cambios sostenibles. Este proceso nos deja una enseñanza clara: sin comunidad, no hay transformación. Sin inversión pública sostenida, sin articulación intersectorial, sin enfoque de derechos y sin acción basada en evidencia, no podremos ganarle a la desnutrición infantil”. 

La lucha contra la desnutrición crónica infantil no se gana solo en los establecimientos de salud, sino también en los techos, los hogares y los comités locales. La experiencia de Santa Elena demuestra que la comunicación comunitaria, cuando se construye desde la participación y el respeto a los saberes locales, puede transformar la manera en que las familias cuidan a sus hijos e hijas.

Como afirma el presidente de la comuna Jambelí Olmedo Quirumbay: “Somos parte de un cabildo al que le importan las comunidades, le preocupa la DCI a las autoridades y debe preocuparnos como ciudadanos. Lo que ha hecho la OPS y el MSP de motivar los comités de salud nos ayuda y hace que se preocupe en la atención a un niño o niña. La salud somos toda la sociedad”.

La voz que se escucha desde los techos no solo transmite mensajes: encarna la esperanza de un futuro en el que cada niña y cada niño tenga la oportunidad de crecer fuerte, sano y con dignidad.