La fiebre amarilla es una enfermedad viral aguda que se encuentra en regiones tropicales de África, América Central y América del Sur. El virus de la fiebre amarilla se transmite por mosquitos infectados. Puede ser difícil de distinguir de otras enfermedades virales como el arenavirus, hantavirus o dengue.
La fiebre amarilla ocurre en 47 países endémicos en África y en América Central y del Sur. Alrededor del 90% de los casos reportados cada año ocurren en África subsahariana.
En las Américas, 13 países y territorios (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guayana Francesa, Guyana, Panamá, Paraguay, Perú, Surinam, Trinidad y Tobago y Venezuela) se consideran en riesgo, porque es donde se han registrado brotes y muertes.
Los viajeros infectados de áreas donde ocurre la fiebre amarilla pueden exportar casos a países libres de fiebre amarilla, pero la enfermedad solo puede propagarse fácilmente si ese país tiene las especies de mosquitos capaces de transmitirla, condiciones climáticas específicas y los animales que permiten que el virus siga existiendo.
La fiebre amarilla se transmite por mosquitos infectados con el virus de este mismo nombre.
Los mosquitos que transmiten la fiebre amarilla pertenecen a los géneros Haemagogus y Sabethes (principalmente encontrados en selvas tropicales) o a la especie Aedes aegypti (el mismo mosquito que transmite Zika, chikungunya y dengue). Todos estos mosquitos son parte de la familia Culicidae.
En las selvas tropicales, los monos pueden ser picados por mosquitos silvestres y contraer la enfermedad, transmitiendo el virus a otros monos. A veces, las personas que trabajan o viajan en la selva también pueden ser picadas por estos mosquitos y contraer la fiebre amarilla.
En áreas cercanas a las ciudades, los mismos mosquitos pueden picar a los monos y luego a las personas, transmitiendo el virus de los monos a los humanos.
Grandes brotes de fiebre amarilla pueden ocurrir en lugares concurridos donde hay muchos mosquitos Aedes aegypti. No se han reportado brotes recientes de fiebre amarilla urbana en las Américas.
Una vez que una persona contrae el virus de la fiebre amarilla, este permanece en su organismo entre 3 y 6 días. Los síntomas más comunes son fiebre, dolor muscular con dolor de espalda intenso, dolor de cabeza, escalofríos, pérdida de apetito y náuseas o vómitos. La mayoría de los pacientes mejoran y los síntomas desaparecen al cabo de 3 o 4 días.
Sin embargo, un pequeño porcentaje de personas entra en una segunda fase más tóxica en las 24 horas siguientes a la desaparición de los síntomas iniciales. Experimentan fiebre alta, ictericia y dolor abdominal con vómitos y deterioro de la función renal. Pueden producirse hemorragias por la boca, la nariz, los ojos o el estómago, y aparecer sangre en el vómito y las heces. La mitad de los pacientes que entran en la fase tóxica mueren en un plazo de 10 a 14 días, el resto se recupera sin daños orgánicos significativos.
No existe un tratamiento específico para la fiebre amarilla, pero la identificación temprana, el monitoreo de signos de gravedad, un buen tratamiento de apoyo y el tratamiento de las complicaciones mejoran las tasas de supervivencia.
La fiebre amarilla se puede prevenir con a través de la vacunación. La vacuna contra la fiebre amarilla es extremadamente efectiva y brinda protección de por vida.
La confirmación de la fiebre amarilla requiere pruebas de laboratorio porque sus síntomas pueden confundirse con otras enfermedades comunes como malaria, dengue, leptospirosis y el virus del Zika, así como con envenenamientos.
Los médicos o clínicos que atienden a un paciente enfermo pueden no ser capaces de determinar que tienen fiebre amarilla solo por sus síntomas, especialmente si se encuentran en un área donde muchas de estas enfermedades están ocurriendo al mismo tiempo.
Si experimentas síntomas de fiebre amarilla, busca atención médica para recibir el tratamiento adecuado.
La vacuna es la forma más importante para prevenir la fiebre amarilla. La vacuna contra la fiebre amarilla es segura y asequible, y una sola dosis proporciona inmunidad de por vida contra la enfermedad.
El control de mosquitos también puede ayudar a prevenir la transmisión de la fiebre amarilla en entornos urbanos. Para controlar los mosquitos, es importante eliminar los lugares donde pueden reproducirse y usar insecticidas para matar mosquitos adultos y larvas en áreas con muchos mosquitos. Los esfuerzos comunitarios, como limpiar los desagües domésticos y cubrir los recipientes de agua para uso doméstico, son muy efectivos.
Más información sobre la vacuna contra la fiebre amarilla.