• Ilustración con mensajes de empoderamiento

Redes de cambio: Cómo mujeres adolescentes indígenas de Costa Rica están reescribiendo su historia a través de la solidaridad y la salud

Diciembre, 2024


“Ser una mujer empoderada significa confianza, fuerza y ganas de salir adelante”, explica Ericka, una adolescente indígena del Liceo Rural Kabebata, en Alto Quetzal, una comunidad ubicada en una zona montañosa a cuatro horas de la capital de Costa Rica. En esta región, donde predomina la cultura cabécar, una de las ocho culturas indígenas del país, Ericka, su compañera Crystel y Cindy, la oficial de vigilancia del centro educativo, coinciden en que las mujeres nunca habían sido protagonistas, históricamente relegadas al rol de apoyo del hombre.

“En la cultura cabécar, siempre se ha creído que las mujeres no pueden salir adelante. Los hombres van primero porque son los que trabajan, y las mujeres tienen que estar pendientes de ellos”, explica Cindy, quien, como madre, ha enseñado a sus hijas que este patrón “no tiene por qué ser así”.

En una dinámica, Ericka y Crystel hablan sobre sus emociones mientras construyen una red, que representa la red de apoyo que han creado con sus compañeras.
En una dinámica, Ericka y Crystel hablan sobre sus emociones mientras construyen una red, que representa la red de apoyo que han creado con sus compañeras.

Crystel, con apenas 19 años, subraya que es hora de romper con esas barreras, con el machismo y con la violencia hacia las mujeres: “El hecho de estar en una zona indígena no significa que tenemos que seguir con las reglas del pasado. Las mujeres podemos salir adelante”, afirma.

Este cambio de mentalidad no es casual. Ericka, Crystel y Cindy son parte de un grupo de más de 150 mujeres que han participado en el proyecto Redes de apoyo entre mujeres indígenas adolescentes (Redes RIMA), una iniciativa desarrollada desde 2021 por la Secretaría Técnica de Salud Mental del Ministerio de Salud de Costa Rica, en colaboración con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Enfocado en empoderar a las mujeres de nueve de los 24 territorios indígenas del país, el proyecto surgió como respuesta al impacto en la salud mental de la pandemia de COVID-19, pero fue más allá de la crisis inmediata al abordar una problemática histórica: la invisibilidad de las mujeres indígenas.

Karen Méndez, orientadora del Liceo Rural Kabebata, explica que “la pandemia subrayó una necesidad que existe desde hace muchos años: la de trabajar en la cultura del silencio que predomina en las mujeres cabécares”. En respuesta, se desarrolló un programa de capacitación para facilitadoras locales, quienes recibieron herramientas metodológicas para crear planes de trabajo enfocados en las necesidades de las jóvenes de cada comunidad.

A través de talleres y actividades formativas, los temas abordados incluyeron el manejo de emociones, el empoderamiento femenino, la sororidad, el autocuidado de la salud -con énfasis en la salud mental- y el desarrollo de un proyecto de vida.

Los resultados de este proyecto, que busca mejorar tanto la salud como la equidad de género, también han incluido la promoción de la vacunación, como parte de un esfuerzo conjunto de la OPS y el proyecto Mejora al Acceso Equitativo y la Cobertura de Vacunación contra el COVID-19, financiado por el gobierno de Canadá.

“Trabajando con la OPS vemos que la salud global va junto con la igualdad de género”, subraya la embajadora de Canadá en Costa Rica, Ioanna Sahas Martin, quien destaca que este enfoque refleja la política de asistencia internacional de Canadá, que viene apoyando proyectos para empoderar a las mujeres en comunidades vulnerables.

 

ccc

Para las participantes, lo aprendido ha sido invaluable, pero lo que más destacan es el impacto en la solidaridad entre mujeres (sororidad) y su empoderamiento. “Este proyecto nos ayudó a ver que somos capaces de hacer cualquier cosa y que podemos salir adelante”, asegura Crystel, a quien, aunque al principio le costó interactuar con otras mujeres, con el tiempo aprendió a confiar en sus compañeras y a apoyarse mutuamente.

Los primeros resultados de Redes RIMA ya son visibles en los colegios, donde las estudiantes han comenzado a ocupar roles de liderazgo y a participar activamente en deportes, concursos y actividades extracurriculares. Karen, la orientadora, está orgullosa de los avances: “Este año hemos visto la feria científica liderada por chicas del proyecto. En fútbol, llegaron a la final y, por primera vez, tenemos un gobierno estudiantil liderado por una mujer”.

La OPS/OMS destaca dos principios fundamentales en el éxito de este proyecto: el empoderamiento de las comunidades y la sostenibilidad. Alfonso Tenorio, Representante de la Organización en Costa Rica, explica que la clave está en cómo las comunidades se han apropiado del proyecto, definiendo los temas a abordar según sus propios intereses, necesidades y características culturales. Además, destaca, “las comunidades se han comprometido a mantener el proyecto y expandirlo con sus propios medios”, apoyadas por facilitadoras locales que ocupan puestos clave, como ocurre en Alto Quetzal, donde Cindy y Karen trabajan en el Ministerio de Educación Pública en el colegio local.

La capacidad de las participantes para compartir lo aprendido con otras personas de la comunidad también ha sido fundamental. “El mensaje no se queda en el colegio, las chicas lo comparten con sus abuelas, abuelos, tíos, hermanas y amigos”, comenta Cindy. A través de este intercambio de conocimientos, el empoderamiento no solo transforma la vida de las jóvenes, sino que también genera un cambio cultural que respeta las tradiciones, pero que promueve la equidad de género.

Mauren Sánchez, una de las jóvenes artistas que participa en el proyecto, ha plasmado esta transformación en sus dibujos, que actualmente se exhiben en las instalaciones de la Delegación de la Unión Europea en Costa Rica. En su obra, Mauren refleja cómo ella y sus compañeras se han convertido en agentes de cambio al promover el empoderamiento y la solidaridad.

“A través de mi arte deseo rendir homenaje a la historia de las mujeres cabécares, reconociendo la fuerza que representa ser mujer en una zona indígena y transmitiendo un mensaje de respeto, admiración y sororidad”, explica la joven artista.

El mensaje de Mauren y sus obras no sólo reflejan los resultados de un proyecto, que está mejorando la calidad de vida de las jóvenes, sino que ilustran el impacto tangible de la cooperación técnica en la vida cotidiana, transformando comunidades y empoderando a las mujeres para que puedan ser protagonistas de su propia historia.

Huellas de manos pintadas sobre papel con mensajes