• Calidad del aire

La contaminación atmosférica constituye uno de los principales riesgos ambientales para la salud a nivel global. En las Américas, la mala calidad del aire tanto ambiental como en los hogares, se vincula con aproximadamente 367.000 muertes prematuras anuales. Los contaminantes de mayor preocupación para la salud pública incluyen material particulado, ozono, dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre y monóxido de carbono.

Todos estamos expuestos a la contaminación atmosférica; sin embargo, los niveles de exposición pueden variar considerablemente según la población, la ubicación geográfica y las condiciones ambientales. Las actividades domésticas pueden incrementar la exposición, especialmente cuando la cocción y la calefacción incluyen combustibles contaminantes o tecnologías ineficientes. Por su parte, el aire exterior se ve afectado por emisiones provenientes de vehículos que utilizan combustibles fósiles, instalaciones industriales y plantas de generación de energía, entre otras fuentes.

La contaminación del aire ha adquirido un lugar destacado en las agendas internacionales. En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, este desafío se refleja de manera explícita en las metas 3.9, 7.1 y 11.6. La meta 3.9 propone reducir las muertes y enfermedades atribuibles a productos químicos y a la contaminación del aire, el agua y el suelo. La meta 7.1 busca garantizar el acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos. Finalmente, la meta 11.6 apunta a reducir el impacto ambiental negativo per cápita de las ciudades, con especial atención a la calidad del aire.


1. 1 de cada 8 muertes en el mundo se atribuye a la mala calidad del aire. 
2. En 2023, la contaminación atmosférica fue el principal factor de riesgo de muertes por enfermedades respiratorias crónicas y el segundo mayor factor de riesgo de muertes por accidente cerebrovascular y enfermedad cardíaca isquémica
3. En las Américas cerca de 367.000 muertes prematuras anuales fueron atribuibles a la contaminación del aire en 2019.
4. 93.888 muertes prematuras fueron atribuidas a la contaminación del aire doméstico en las Américas en 2019.
5. Las enfermedades no transmisibles representan el 83 % de las muertes atribuibles a la contaminación del aire en las Américas, lo que equivale a 306.000 muertes.
6. En América Latina y el Caribe, la contaminación del aire se asocia con: 23 % de las muertes por enfermedad isquémica del corazón, 17 % de las muertes por EPOC, 15 % por accidentes cerebrovasculares y 12 % por cáncer de pulmón.
7. Más de 250 millones de personas en América Latina viven ciudades que exceden las Directrices de Calidad del Aire de la OMS.

  • Apoyar a los países en el mejoramiento del desempeño de los programas de salud pública ambiental de la calidad del aire, mediante: 1) el apoyo para la inclusión del componente de salud en las políticas, planes y programas de calidad del aire; 2) el acompañamiento al establecimiento de objetivos de calidad del aire basados en las guías de calidad del aire de la OMS y 3) el fortalecimiento del talento humano en materia de calidad del aire y salud.
  • Apoyar la medición del progreso de la Salud Pública Ambiental en las Américas a través de las Metas de la Agenda de Desarrollo Sostenible mediante la medición y análisis de los indicadores de los ODS 3.9.1; 7.1.2 y 116.6.2-
  • Apoyar la construcción de un sector salud ambientalmente responsable y resiliente mediante la estimación de la huella de emisiones del sector y la promoción del uso de energía limpia.
  • Apoyar el fortalecimiento de la resiliencia comunitaria a las amenazas ambientales en la salud mediante la implementación de la iniciativa de eliminación del uso de combustibles sólidos en la vivienda.

Las funciones del Departamento de Determinantes Sociales y Ambientales para la Equidad en la Salud abarcarán: cambio climático y determinantes ambientales; promoción de la salud y determinantes sociales, incluida la legislación en materia de salud; equidad, género, derechos humanos y diversidad cultural.

Los contaminantes con mayor evidencia científica de impacto en la salud pública, y contemplados en las Directrices Mundiales de la OMS sobre la Calidad del Aire, son el material particulado (PM), el ozono (O₃), el dióxido de nitrógeno (NO₂), el dióxido de azufre (SO₂) y el monóxido de carbono (CO). La exposición a estos contaminantes, tanto a corto como a largo plazo, puede generar efectos adversos en la salud.

Material particulado (PM): Está formado por partículas inhalables presentes en el aire, compuestas por sulfatos, nitratos, amoníaco, cloruro de sodio, carbono negro, polvo mineral o agua. Estas partículas varían en tamaño y se clasifican según su diámetro aerodinámico, destacándose las fracciones PM₂.₅ y PM₁₀, que son las más utilizadas en los marcos regulatorios y las más relevantes desde el punto de vista de la salud pública.

Las partículas gruesas (con diámetros entre 2.5 μm y 10 μm), provienen principalmente del polen, aerosoles marinos y polvo arrastrado por el viento desde procesos de erosión, áreas agrícolas, carreteras y actividades mineras. Las partículas más finas (PM₂.₅) pueden originarse de fuentes primarias (por ejemplo, la combustión de combustibles en centrales eléctricas, industrias o vehículos) y de fuentes secundarias (reacciones químicas entre gases en la atmósfera).

Ozono (O₃): El ozono a nivel del suelo es un contaminante atmosférico y un componente clave del smog fotoquímico.  Se forma a través de reacciones químicas con contaminantes como compuestos orgánicos volátiles, monóxido de carbono y óxidos de nitrógeno (NOₓ) en presencia de luz solar.

Dióxido de nitrógeno (NO₂): Es un gas de color marrón rojizo, soluble en agua y un fuerte oxidante. Las principales fuentes de NO₂ provienen de la combustión a altas temperaturas en procesos como los utilizados para calefacción, transporte, actividades industriales y generación de energía.

Dióxido de azufre (SO₂); Es un gas incoloro con un olor fuerte e irritante. Se produce principalmente en la combustión de combustibles fósiles utilizados en calefacción doméstica, procesos industriales, generación de energía, entre otras fuentes. Su presencia en el aire puede contribuir a la formación de material particulado secundario.

Monóxido de carbono (CO) Es un gas tóxico incoloro e inodoro que se produce por la combustión incompleta de combustibles como madera, gasolina, carbón vegetal, gas natural y queroseno. Puede ser emitido por vehículos automotores, estufas, hornos o sistemas de calefacción mal ventilados.

Según las estimaciones de la OMS, casi toda la población mundial (99%) está expuesta a niveles de contaminación del aire que superan las directrices de seguridad de la OMS para partículas finas (PM₂.₅), siendo los países de ingresos bajos y medios los más afectados. Los efectos de la exposición a la contaminación del aire van desde un aumento en las hospitalizaciones y visitas a urgencias, hasta un mayor riesgo de enfermedades y muertes prematuras.

Se estima que cerca de 367.000 muertes en las Américas están vinculadas a la mala calidad del aire (efectos combinados de la contaminación del aire exterior y doméstico), principalmente por enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), cáncer de pulmón e infecciones respiratorias agudas.

En América Latina y el Caribe, la contaminación del aire contribuye aproximadamente a:

  • 12 % de las muertes y enfermedades por cáncer de pulmón
  • 15 % de las muertes por accidente cerebrovascular
  • 17 % de las muertes y enfermedades por EPOC
  • 23 % de las muertes y enfermedades por cardiopatía isquémica

La contaminación del aire nos afecta a todos, pero no por igual: el riesgo para la salud depende de la magnitud de la exposición, la dosis recibida y la susceptibilidad y vulnerabilidad de cada persona. La susceptibilidad incluye factores biológicos como edad, comorbilidades y estado inmunológico, mientras que la vulnerabilidad refleja condiciones sociales y ambientales que aumentan la exposición y reducen la capacidad de protección.

Las fuentes de exposición varían según el entorno. La contaminación exterior es mayor cerca de carreteras con tráfico intenso o industrias, mientras que la contaminación interior proviene principalmente de la combustión de combustibles sólidos en estufas ineficientes. Estas diferencias reflejan inequidades en recursos, acceso a tecnologías limpias y cumplimiento de normas ambientales.

Se estima que, en cuanto a la exposición a contaminación en los hogares, los grupos más afectados son mujeres, niños y personas mayores, que pasan más tiempo en espacios interiores y presentan mayor susceptibilidad biológica. La pobreza energética amplifica la exposición y limita la capacidad de mitigación, creando un círculo de vulnerabilidad que incrementa la carga de enfermedades respiratorias y cardiovasculares.

La calidad del aire está estrechamente relacionada con el clima y los ecosistemas del planeta. Muchos de los factores que impulsan la contaminación del aire, como la combustión de combustibles fósiles para generación de energía, transporte e industria, también contribuyen al calentamiento global y a cambios climáticos.

Reducir la contaminación del aire ofrece un beneficio doble: protege la salud de la población a corto y largo plazo, disminuyendo enfermedades respiratorias y cardiovasculares, y contribuye a la mitigación del cambio climático, reduciendo emisiones de carbono negro y otros contaminantes de vida corta que aceleran el calentamiento.

El carbono negro, componente del material particulado fino, es un potente agente de calentamiento, ya que absorbe la luz solar y acelera el derretimiento de nieve y hielo. Además, junto con el ozono troposférico, afecta la salud respiratoria y cardiovascular, altera los procesos climáticos y reduce la productividad agrícola, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria. Su reducción tiene impactos positivos tanto inmediatos como a largo plazo para la salud y el planeta.

La OPS promueve el uso de herramientas desarrolladas por la OMS para cuantificar los cobeneficios de políticas e intervenciones que mejoran la calidad del aire, la salud de la población y la sostenibilidad ambiental, incluyendo transporte, energía, urbanismo y planificación territorial.

  • AirQ+: software para cuantificar la carga de enfermedad atribuible a la contaminación del aire estimando casos, muertes y años de vida perdidos a partir de concentraciones o escenarios.
  • HEAT (Health Economic Assessment Tool): herramienta que estima los beneficios para la salud y su valor económico derivados del transporte activo (caminar y bicicleta), incorporando actividad física, exposición al aire y riesgo vial.
  • GreenUR: herramienta que ayuda a medir la cantidad y el acceso a espacios verdes urbanos y a estimar cómo estos espacios pueden mejorar la salud y el bienestar de la población.
  • CLIMAQ-H: Permite evaluar escenarios de políticas climáticas (por ejemplo, las NDC) y cuantificar los cobeneficios en calidad del aire y salud asociados a la mitigación de emisiones.
  • CHEST (Clean Household Energy Solutions Toolkit): El Toolkit de Soluciones de Energía Doméstica Limpia (CHEST) está diseñado para promover intervenciones limpias y seguras en el hogar. CHEST proporciona herramientas para que los países y programas crean o evalúen políticas que amplíen el acceso y el uso de energía doméstica limpia.

    El uso combinado de estas herramientas permite a los países identificar estrategias que generan beneficios simultáneos para la salud, la equidad y el clima, optimizando recursos y priorizando intervenciones basadas en evidencia.

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