Políticas farmacéuticas

Una política farmacéutica nacional, presentada e impresa como declaración oficial del gobierno, es importante porque constituye un registro formal de aspiraciones, objetivos, decisiones y compromisos. Sin esa clase de documento programático formal quizá no exista un panorama general de lo que se necesita, y en consecuencia podrá ocurrir que algunas medidas gubernamentales entren en colisión con otras, por no haber sido claramente definidas y comprendidas las diferentes metas y responsabilidades. El documento de política debe elaborarse mediante un proceso sistemático de consulta con todas las partes interesadas. En este proceso hay que definir los objetivos, fijar prioridades, desarrollar estrategias y construir compromisos.

Hoja informativa

El acceso equitativo a los medicamentos y su suministro fiable son objetivos de la OMS y de los sistemas mundiales de atención de salud, pero su consecución se ve obstaculizada por diversos factores. El primero concierne a problemas de reglamentación que pueden afectar la manera en que los medicamentos se adquieren en el mercado, generar retrasos y demorar el suministro en algunas zonas del planeta hasta mucho después de que esos medicamentos estén disponibles en otros lugares. Los elevados precios, el uso indebido de drogas y la calidad deficiente o poco fiable de los fármacos agravan este problema. El precio ha sido durante mucho tiempo un obstáculo en los países pobres, pero debido al repentino aumento registrado en los últimos años, el problema se está propagando también a algunos países ricos.

El precio de los medicamentos sigue siendo el mayor obstáculo para el acceso, y las consecuencias económicas derivadas de los fármacos son sustanciales. En muchos países de bajos ingresos representan el mayor gasto público en salud, después de los gastos de personal, y son una importante causa de empobrecimiento y endeudamiento de las familias. El gasto público varía ampliamente entre los países, desde menos del 20% de los gastos sanitarios totales en los países de altos ingresos, hasta el 66% en países de bajos ingresos.