Graves riesgos para la salud podrían evitarse moderando el contenido en sal de la dieta diaria

Expertos de más de 10 países de la Región de las Américas y de otras naciones como el Reino Unido o Australia clausuraron este miércoles en Miami, Estados Unidos, dos días de consultas para avanzar en la formulación de recomendaciones públicas en torno a los efectos de la sal y, concretamente, respecto al objetivo formulado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de avanzar en la reducción de la ingesta de sal en las dietas de alimentación diarias.

Miami, Estados Unidos, 16 de enero del 2009 (OPS) — Expertos de más de 10 países de la Región de las Américas y de otras naciones como el Reino Unido o Australia clausuraron este miércoles en Miami, Estados Unidos, dos días de consultas para avanzar en la formulación de recomendaciones públicas en torno a los efectos de la sal y, concretamente, respecto al objetivo formulado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de avanzar en la reducción de la ingesta de sal en las dietas de alimentación diarias.

La reunión contó con el auspicio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y de la Agencia de Salud Pública de Canadá (PHAC).

El problema, se insiste, no radica en la sal en sí, una sustancia que es necesaria para un óptimo funcionamiento del organismo humano, pero de la cual sólo necesitamos pequeñas cantidades. Consumos elevados de sal sobre los 5-6 gramos por día, aumentan la presión arterial y consecuentemente los riesgos de accidentes cerebro-vasculares y enfermedades cardiacas.

"El mayor reto está en la 'sal invisible' que viene en alimentos procesados y en carnes, sobre la que los consumidores tienen poco control", señaló el Dr. Enrique Jacoby, Asesor Regional de la OPS en Nutrición y Estilos de Vida Saludables. "Casi dos terceras partes de la sal que se consume tiene este origen. Concretamente se trata del pan, comidas preparadas, carnes frescas y hasta los populares cereales, entre otros, que contienen mucha sal con la intención de mejorar el sabor de esos productos".

La OMS ha realizado un llamado para que en todos los países del mundo se logre una reducción en el consumo de sal para que esta no llegue a superar los 5 gramos diarios por persona. En muchos países de las Américas el consumo de sal es de hasta tres veces lo recomendado. Por ejemplo, avanzó el Dr. Jacoby, en Brasil y Ecuador el consumo promedio diario es de 10 gramos por persona; 12.5 gramos en Argentina, y 19 gramos en Guatemala.  

Los expertos reunidos en Miami esta semana enfatizaron que semejante reducción en el consumo de sal constituiría una de las más rentables intervenciones para la mejora de la salud de millones de personas en la Región. No obstante, los mismos expertos lamentaron que a pesar de su extraordinaria rentabilidad, los grandes tomadores de decisión y el público en general parecen no estar prestando aún la atención que estos asuntos merecen.

"Con una reducción de hasta la mitad en el consumo diario de sal, lo que es perfectamente viable, aproximadamente 30 millones de personas podrían evitar condiciones de hipertensión en la Región de las Américas; eso sin contar con la reducción asociada en facturas médicas, infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares", afirmó el Dr. James Hospedales, epidemiólogo y Principal Asesor en la Unidad de Prevención y Control de Enfermedades Crónicas, de la OPS. La hipertensión es el principal factor resultante en más de 7 millones de muertes prematuras.

"Naturalmente que aún queda mucho trabajo por hace, pero estoy favorablemente impresionado por la evidencia y el interés en trabajar unidos, y en la posibilidad de que logremos los objetivos planteados gracias a la coordinación de esfuerzos comunes de los gobiernos, la industria y la sociedad civil", señaló el Dr. Hospedales.

En la reunión se puso de manifiesto que uno de los grandes problemas radica en cómo lograr un cambio de comportamientos y de hábitos entre decenas de millones de consumidores y en un contexto extraordinariamente agravado por la creciente prevalencia y dominación de productos no naturales y de alimentos procesados. Otro desafío consiste en  trabajar con los gobiernos y con la industria de la alimentación. Todos estos trabajos están dando óptimos resultados en asuntos tales como regulación respecto a etiquetados, advertencias sanitarias o cese definitivo -cuando no prohibición- en el uso de sustancias como las grasas TRANS por parte de un creciente número de industrias y empresas.

Los organismos internacionales mientras tanto no cesan en sus esfuerzos de abogacía y de defensa de lo saludable frente a lo que no lo es. En los últimos años y ante la magnitud epidémica que han adquirido la obesidad y enfermedades crónicas como la diabetes en las Américas, la OPS ha redoblado sus esfuerzos en la agenda de trabajo hemisférica por una dieta saludable y por un cambio hacia hábitos de consumo no perjudiciales para la salud. Estos esfuerzos son integrales; en ellos intervienen directamente un gran número de grupos y actores tanto públicos como privados, y consistentemente vienen acompañados con el diseño y ejecución de amplias campañas públicas de ámbito nacional, subregional y hemisférico para la difusión de mensajes de información y concientización.

La OPS fue establecida en 1902 y es la organización de salud pública más antigua del mundo. Es la Oficina Regional para las Américas de la Organización Mundial de la Salud y trabaja con los países para mejorar la salud y elevar la calidad de vida de sus habitantes.



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