Día Internacional de la Mujer: la salud de la mujer como un componente esencial para lograr la igualdad de género

Cartel del Día Internacional de la Mujer

La OPS celebra una conversación en el contexto del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) para reivindicar un enfoque integral y holístico sobre la salud de la mujer.

Washington, D.C., 6 de marzo de 2025 – Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) celebró una conversación en la que se abordó la salud como un componente esencial para lograr la igualdad de género en la sociedad.

En el evento se llamó a aplicar un enfoque integral en la salud de la mujer que incluya enfermedades no transmisibles, salud mental y problemas de salud frecuentemente ignorados, entre otros, así como los factores estructurales que afectan los resultados en salud y el efecto acumulativo de las barreras de acceso y los malos resultados de salud a lo largo de la vida de la mujer. La conversación fue organizada por el Departamento de Determinantes Sociales y Ambientales para la Equidad en Salud.

En la conversación participaron la asesora de género y salud, Aysa Saleh-Ramírez; la jefa de la Unidad de Salud de las Mujeres, Materna, Neonatal y Reproductiva, Suzanne Serruya; la jefa de la Unidad de Factores de Riesgo y Nutrición, Vanessa García-Larsen; la asesora de salud del adolescente, Sonja Caffe; y la asesora de envejecimiento saludable, Patricia Morsch.

“La salud de la mujer es un elemento clave para el empoderamiento de la mujer. Las mujeres sanas tienen más probabilidad de estar empleadas, de tener mayores ingresos, lo que lleva a un mayor empoderamiento y movilidad social. Esto no sólo repercute en la mujer sino también en la salud y el bienestar de sus familias y comunidades, y esto crea sociedades más equitativas”, dijo Saleh-Ramírez, asesora de género de la OPS.

“Cuando hablamos de salud de la mujer, tenemos que ir más allá de la salud individual, hay que aplicar una visión holística que cubra desde enfermedades no transmisibles (como cáncer, diabetes, hipertensión), hasta la salud mental y otros problemas de salud que con frecuencia son desatendidos, entre otros elementos. Al mismo tiempo, es fundamental considerar factores como roles sociales, situaciones de pobreza, nivel educativo, tipo de empleo, que condicionan la salud y el bienestar de la mujer a través de todo su curso de vida”, añadió.

Serruya recordó que en la actualidad se están produciendo varias transiciones demográficas, epidemiológicas y obstétricas entrelazadas, “que se suman y producen efectos muy importantes”. La primera, explicó, es demográfica: “Por primera vez en las Américas una cohorte de mujeres, que ahora tienen más de 60 años, ha pasado por puestos de poder y responsabilidades públicas importantes y han ocupado espacios políticos”. Según Serruya, esa cohorte de mujeres está impulsando un enfoque distinto en cuanto a la salud de la mujer, porque en todos estos años “las mujeres han ganado en años de vida, pero no reciben la salud que precisan”.

El segundo cambio demográfico es que las mujeres en las Américas “llegaban a tener hasta seis hijos por mujer, cinco décadas después es 1,5 hijos”. El tercero es la transición obstétrica: “Las mujeres llegan a los embarazos con más edad, más enfermedades crónicas y estas enfermedades son en las que hay que centrarse ahora, porque las mujeres ya no mueren principalmente de muerte materna, sino de enfermedades como diabetes, cardiológicas, cáncer, y las demandas de salud de las mujeres han de estar enfocadas ahí y no centrados sólo en el embarazo, como ha venido sucediendo a menudo con los servicios de salud”.

La jefa de la Unidad de Salud de las Mujeres, Materna, Neonatal y Reproductiva de la OPS alertó también que “el cuerpo de la mujer es medicalizado con mucha frecuencia desde la adolescencia y durante toda la vida de la mujer. Sucede con la menopausia: es un cambio en la vida de la mujer y se le responde medicalizando ese momento”.

Las panelistas, en un momento del debate en la sede de la OPS.

Los determinantes sociales, clave

García-Larsen destacó la necesidad de considerar los factores de riesgo en la prevención y control de las enfermedades no transmisibles. “Es esencial considerar la salud en todo el contexto del curso de vida y cuando hablamos de enfermedades no transmisibles en la edad adulta. Vemos frecuentemente mujeres de 30 o 40 años ya afectadas por una serie de condiciones y esa situación de salud no comienza a menudo en ese momento, sino antes”.

Las cuatro enfermedades no transmisibles más comunes actualmente son las cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas y diabetes tipo 2. “El 80% de esas muertes se dan en países de ingresos medios o bajos y tenemos que buscar maneras en que podamos abordar de forma más efectiva los factores de riesgos relacionados con el riesgo de desarrollar estas enfermedades”, dijo.

En ese sentido, planteó: “Hay que mirar y entender el contexto social y medioambiental en el que vive la mujer cuando se habla de promover modos de vida saludables. Es un desafío diario incluir recomendaciones saludables tales como practicar actividad física regularmente, eliminar el consumo de alimentos procesados, tener tiempo y recursos para comer preparaciones más sanas o dormir siete u ocho horas al día”. Por ello, Garcia-Larsen sostuvo que es importante fortalecer los sistemas de salud que apoyan la incorporación de hábitos saludables en la vida diaria.

Caffe, la asesora de salud del adolescente de la OPS, destacó la importancia de abordar los retos de la salud de la mujer desde la adolescencia. “Es una etapa fundamental de la vida, de escolarización y de empoderamiento de la mujer, y cuando empiezan los factores de riesgo que llevarán a la diabetes, hipertensión, obesidad, problemas de salud mental. Hay que invertir en fomentar un desarrollo saludable para las niñas y abordar los factores de riesgo de manera temprana para evitar que esos problemas se den en la edad adulta”.

En este contexto, son clave los determinantes sociales de la salud, añadió: “Los grupos en situaciones de vulnerabilidad están en el centro de esta cuestión, las mujeres adolescentes de familias pobres tienen más riesgo. Las oportunidades no son iguales para todos, aunque se actúa como si lo fueran. Hay que tener en cuenta las condiciones socioeconómicas”.

La asesora de envejecimiento saludable, Patricia Morsch, llamó la atención sobre el efecto acumulativo de mala salud en las mujeres por la falta de estrategias que aborden la salud en edades tempranas de manera prospectiva, considerando el desarrollo de una trayectoria de salud. “La mujer vive más años que los hombres, pero en peores condiciones, que se traduce en hasta 12 años menos de vida saludable”, explicó.

Un ejemplo, dijo, es la menopausia, que es una transición importante para la salud de la mujer. “Cuando se llega a esa fase hay un riesgo mayor de osteoporosis. Si no se ha producido una acción temprana, la mujer puede descubrir la osteoporosis cuando se caiga y se rompa la cadera y puede que ya no vuelva a caminar”.

Además, es fundamental identificar los factores estructurales relacionados a la salud de la mujer y el acceso a los servicios de que necesita. Del mismo modo que sucede con el racismo y el machismo, se produce el edadismo que está relacionado con problemas de salud, sobre todo cuando interactúa con otros sesgos, impactando de manera importante las mujeres, especialmente las que pertenecen a grupos en situaciones de vulnerabilidad, que son las que tienen peor acceso al trabajo formal y peores ingresos, niveles educativos más bajos, dificultades de acceso a la salud, entre otros”.

Las panelistas junto a varios de los y las asistentes al evento en la sede de la OPS.