Urubamba, Cusco-Perú, 31 de julio al 1 de agosto de 2025 (OPS).- En el corazón del Valle Sagrado, donde la sabiduría ancestral se entrelaza con el compromiso moderno por la salud, florece una alianza que trasciende fronteras. El proyecto CCHD sobre Trasplante de Progenitores Hematopoyéticos (TPH) se convierte en un símbolo de esperanza para aumentar la supervivencia y calidad de vida de niños/as diagnosticados con cáncer infantil. Trabajo de integración solidario liderado por OPS/OMS, y coordinación de ORAS-CONHU, reunió a los Ministerios de Salud de la Región Andina y Saint Jude.
Desde los Andes hasta los centros de Saint Jude, se teje una red de cuidado que honra la diversidad cultural y fortalece los sistemas de salud. La colaboración entre los Ministerios de Salud de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela demuestra que la salud infantil es una causa común: que todo niño/a o adolescente diagnosticado con cáncer, sin importar el lugar ni su condición socioeconómica quede sin acceso y tratamiento de trasplante de médula para su recuperación.
Par el Representante de OPS/OMS Chile, Dr. Giovanni Escalante el proyecto no solo mejora diagnósticos y tratamientos, sino que también “inspira nuevas formas de cooperación. La presencia de la OPS/OMS y ORAS-CONHU garantiza que esta experiencia se convierta en modelo replicable, elevando estándares y sembrando equidad”, recalcó Escalante.
“Esta sinergia profundamente humana permite que cada institución aporta su fuerza, pero es en la unión donde se multiplican los efectos positivos. La ciencia, la política pública se entrelazan para garantizar que ningún niño/a y adolescente quede atrás”, destacó el Dr. Escalante.
Por su parte, la secretaria ejecutiva del ORAS-CONHU, Dra. María del Carmen Calle, dijo que este trabajo “exige liderazgo ministerial, voluntad política, innovación en políticas públicas, la unión de todas las instituciones y —sobre todo— poner al niño en el centro de todas nuestras decisiones”.
El impacto de este trabajo de países andinos se transformará en el impacto en la vida de niños, niñas y adolescentes salvadas; en familias que vuelven a soñar; comunidades que sienten que el mundo no las ha olvidado. El Valle Sagrado se convierte en epicentro de una transformación que honra la vida y dignifica el cuidado.
