Riesgos de no adherirse a las pautas de tratamiento antimicrobiano

Desatender las instrucciones de los tratamientos médicos se ha convertido en un serio problema de salud pública en diversos países, que no tienen arraigada una cultura de prevención y autocuidado.

Esta costumbre no solo afecta el logro de los objetivos relacionados con la salud integral y el bienestar de la población, sino que permite el avance y la complicación de las enfermedades, disminuye la calidad de vida de los pacientes e incrementa la probabilidad de fallas terapéuticas y la generación de resistencia a los antimicrobianos (RAM).

“Desafortunadamente en Colombia hay unas costumbres que están basadas en su cultura y que desde hace mucho tiempo existen, algunas poco favorables, como la no adherencia a los tratamientos”, señala el doctor Gustavo Roncancio, especialista en enfermedades infecciosas, investigador asociado del Grupo de Investigación en Microbiología Básica y Aplicada (MICROBA) de la Universidad de Antioquia.

persona tomando pastilla

Por un lado, hay personas que no siguen los tiempos de los antibióticos prescritos por el médico, otras que olvidan tomar las dosis como han sido recomendadas, y algunas que simplemente se sienten bien y suspenden el tratamiento.

“Esto es riesgoso, porque en el cuerpo va a haber una concentración baja de antibióticos que puede favorecer que las bacterias vuelvan a proliferar, con la consecuente recaída de las infecciones y, en muchos casos, los antimicrobianos usados para tratarlas dejan de servir, pues los microorganismos han desarrollado mecanismos para evadirlos”, explica el doctor Roncancio.

Otra mala costumbre es guardar el antibiótico sobrante para una nueva oportunidad, sea propia, porque se vuelven a presentar síntomas similares, o para cuando algún familiar o amigo pueda necesitarlos, lo que se denomina autorreceta o autoprescripción. “Un problema grave, notable y masivo en nuestro medio”, indica el experto, miembro de la Asociación Colombiana de Infectología (ACIN).

A esto se suma que hay algunos medicamentos antibióticos que pueden producir efectos adversos, como vómito, náuseas o diarrea, y que llevan a que un paciente abandone su tratamiento, cuando lo correcto e indicado es consultar con su médico sobre esas u otras reacciones desfavorables, y con su asesoría evaluar cuál es la opción más adecuada para su caso particular.

En este sentido, los investigadores y desarrolladores de medicamentos han trabajado en una nueva generación de moléculas que permita reducir esos efectos, aunque nadie está exento de ellos y, lo más importante, es dialogar con su médico sobre el tema.

Lo ideal, como señala el doctor José Oñate Gutiérrez, médico infectólogo, expresidente de la Asociación Colombiana de Infectología (ACIN), es realizar un trabajo multidisciplinario para lograr la adherencia a los tratamientos, lo que incluye “jornadas educativas y pedagógicas, educación médica continuada, actualización de las guías del portafolio institucional, innovación y adquisición de tecnología, y construcción de indicadores que nos permitan evaluar de forma periódica cómo nuestros programas en adherencia a las guías se cumplen, entre otros”.

Un llamado a los médicos

El doctor Oñate habla de educación médica continuada porque la adherencia a los tratamientos se relaciona estrechamente con los médicos y demás personal sanitario e incluso con las propias instituciones de salud, y “parte del cumplimiento de los protocolos locales o nacionales y de las guías internacionales sobre el manejo específico de cada terapia, mucho más cuando se trata de antibióticos”.

Considera fundamental realizar las pruebas adecuadas, como el antibiograma, para “determinar de una forma rápida y precisa cuál es el microrganismo responsable de la infección del paciente; establecer los mecanismos de resistencia, para luego, con la historia clínica, analizar los factores de riesgo que pueda tener el individuo para determinados agentes infecciosos, ver qué dicen las guías, y verificar cuales son los antibióticos recomendados, utilizándolos de acuerdo con las dosis que están establecidas”.

Pero, la adherencia terapéutica, complementa el doctor Roncancio, va más allá de la salud humana e involucra la sanidad animal, en donde también hay un gran consumo de antimicrobianos que “no necesariamente está controlado, y que requiere mayor juicio a la hora de la dosificación y los tiempos de administración, ya el riesgo de diseminar la resistencia a los antimicrobianos desde animales a humanos se ha demostrado en múltiples publicaciones”.

¿Cómo mejorar la adherencia?

La confianza es un tema clave en la relación médico-paciente y este es el primer paso para que la persona que recibe una prescripción se anime a seguirla, tanto en duración como en las dosis recomendadas, señala el doctor Roncancio.

Por eso, el mensaje puede resumirse en: atender las sugerencias de su médico, comentando las situaciones particulares de cada paciente. Existen diversas estrategias que pueden ayudar para el éxito de estos tratamientos, recordando que si se elimina el microorganismo, este no va a mutar ni presentar resistencia a los antimicrobianos

Al respecto, la OPS/OMS, han resaltado el aporte de las familias, las comunidades y las organizaciones de pacientes en este tema, y los consideran “factores clave en la mejora de la adherencia terapéutica”, mucho más cuando se trata de pacientes crónicos.

Algunos estudios han resaltado la importancia del asesoramiento telefónico individual, y hoy se habla del aporte de la tecnología y los aplicativos en este objetivo, con alertas que le avisan al paciente la hora de tomar su antibiótico u otra medicina así como cuántas dosis le faltan, y aplicaciones que le van indicando cómo va el cumplimiento de su tratamiento, y que además se pueden enviar para el seguimiento, aportando información vital para el paciente y su médico.

Esto, porque definitivamente, el convencimiento del paciente y el trabajo multidisciplinario son claves para mejorar la adherencia a los tratamientos, lo que aplica no solo para el control y la contención de la resistencia antimicrobiana, sino para el control de diversas enfermedades, en especial las patologías crónicas de alto impacto, como la diabetes y la hipertensión.