El seminario virtual Asociación de los Determinantes sociales en las ENT y ejemplos para su abordaje abordó cómo la falta de integración de los determinantes sociales limita efectividad de los resultados de salud.
Washington, D.C., 29 de septiembre de 2025 ― La Organización Panamericana de la Salud (OPS) celebró el seminario virtual Asociación de los Determinantes sociales en las enfermedades no trasmisibles (ENT) y ejemplos para su abordaje, el segundo del ciclo de cinco webinarios certificables de la Iniciativa Mejor Atención para las ENT. En dicha sesión, se abordó la evidencia científica que muestra cómo la falta de integración de los determinantes sociales limita efectividad de los resultados de salud, y se expusieron dos experiencias, en Chile y Canadá, sobre los resultados positivos de dicha integración en el quehacer de los programas y estrategias de salud.
“Esta segunda sesión del seminario virtual explora los determinantes sociales y cómo desde la atención primaria podemos intervenir para tener unos mejores resultados en salud”, dijo Jonás Gonseth-García, responsable en la OPS de la Iniciativa Mejor Atención para las ENT. “Esta acción es un esfuerzo interprogramático, es decir, que requiere la convergencia de distintas miradas técnicas para poder avanzar en esta agenda”, añadió.
La directora del Departamento de Determinantes Sociales y Ambientales para la Equidad en Salud, Gerry Eijkemans, resaltó la importancia de “integrar los determinantes sociales de la salud y la equidad en la respuesta a las ENT, unas enfermedades que no sólo concentran una parte muy importante de la carga de enfermedad y el gasto en salud en la región, sino que se distribuyen de forma inequitativa, afectando con más intensidad a las poblaciones en situación de vulnerabilidad”.
“En la región se ven determinantes sociales específicos de alto impacto sobre las enfermedades crónicas, como el desempleo, el trabajo en la economía informal, los procesos migratorios, los asentamientos informales y el grado de cohesión social, y la evidencia es clara: sin integrar los determinantes sociales de la salud en el quehacer de nuestras intervenciones, las brechas van a seguir existiendo y los programas de salud no van a ser efectivos”, dijo.
Eijkemans destacó que la OPS está fortaleciendo esa integración con herramientas y acciones concretas que permiten operacionalizar la equidad en la práctica cotidiana de los programas. Entre ellas, el instrumento HET (Herramienta de Equidad en Salud, por sus siglas en inglés), que permite analizar de forma rápida y sistemática los programas de salud, incluidos los de enfermedades crónicas, identificando brechas y recomendaciones para su mejora. La OPS está preparando también la guía técnica para el manejo de ENT desde una perspectiva de determinantes sociales de la salud, elaborada para para equipos de atención primaria, que se espera que esté lista para su uso a finales de año.
Hugo Vásquez, asesor regional de Determinantes Sociales de la Salud de la OPS, afirmó que “la evidencia científica demuestra que alrededor de un 50% de la carga de enfermedad está explicada por las condiciones sociales subyacentes”. La salud de las personas está determinada en un 40% por factores socioeconómicos como la educación, el empleo, los ingresos, y en un 10% por el entorno físico, la vivienda o el barrio donde una persona vida. Otro 30% se corresponde con las conductas o hábitos personales y el 20% con los sistemas de salud.
Vásquez mencionó, a modo de ejemplo, una investigación (Marmot y Rose, 1978) sobre riesgo relativo de muerte por enfermedad coronaria según jerarquía social, según factores de riesgo y edad, y centrada en los trabajadores del ayuntamiento de Londres. “El estudio dividió a los trabajadores en cuatro grupos: directivos, ejecutivos, empleados generales y el grupo de los empleados manuales, es decir, personal de limpieza, mantenimiento, conductores, etcétera”. Este trabajo reveló que cuanto mayor era la jerarquía social, menor era el riesgo de morir por una enfermedad coronaria “y esto vino a desmontar el mito de que el infarto agudo de miocardio era propio de los altos ejecutivos con estilos de vida estresantes. De hecho, el grupo de menor jerarquía social tenía cuatro veces más probabilidades de morir por estas enfermedades que los de puestos directivos”, explicó.
La salud está fundamentalmente determinada por las “las condiciones en las cuales las personas nacen, crecen, trabajan y envejecen, junto al conjunto más amplio de fuerzas y sistemas que dan forma a las condiciones de vida diario, y estas fuerzas y sistemas incluyen también políticas y sistemas económicos, agendas de desarrollo, normas sociales y sistemas políticos”. Es decir, la salud de las personas no se circunscribe ni mucho menos a lo que sucede en un hospital o en un centro de salud.
Experiencias de Chile y Canadá
Verónica Olate Morales, del Servicio de Salud de la Araucanía Sur, del Ministerio de Salud de Chile, expuso en el seminario una experiencia de Integración de los determinantes sociales en el programa cardiovascular en Chile a través del rediseño de programas mediante en enfoque Innov8, una herramienta de la OPS sobre equidad en salud. El Servicio de Salud Araucanía Sur abarca una población de 657.177 habitantes, de los que el 41% pertenece a los pueblos originarios. Además, el nivel de escolaridad de la región es más bajo que el promedio del país.
Olate Morales relató como esta herramienta se aplicó al Programa de Salud Cardiovascular, “cuyo objetivo es reducir la aparición de eventos cardiovasculares mediante el control de los factores de riesgo en la atención primaria y mejorar el seguimiento de quienes ya han sufrido estos eventos para prevenir complicaciones y mejorar su calidad de vida”. Coordinando dicho programa estaba el Equipo Nodo Cardiovascular, “compuesto por personal del sector salud, pero también del ámbito social, del Ministerio de Desarrollo Social”, explicó. Dicho programa comenzó en 2022 y en agosto de 2024 se comenzó el análisis de la misma con la herramienta Innova8 y el acompañamiento del Departamento de Determinantes Sociales y Ambientales para la Equidad en Salud de la OPS. “Este instrumento nos hizo analizar qué es y cómo funciona el programa, y si es que todas las personas que dice que va a beneficiar se logran beneficiar de lo mismo”, aseguró Olate Morales.
Entre los principales resultados de ese análisis, se observó que la población objetivo de este programa tenía una limitada cobertura para una población clave en el programa dada la mayor mortalidad de dicho grupo que eran los adultos jóvenes hombres y que la orientación eminentemente biomédica limitaba la efectividad y el acceso al programa. A la vez, el programa tampoco tenía metas específicas de reducción de brecha en la población en situación de vulnerabilidad.
De este modo, la propuesta de rediseño propuso la implementación de un enfoque de determinación social priorizando a los grupos en situación de vulnerabilidad y con mayor riesgo de eventos cardiocerebrovasculares, en particular hombres trabajadores de 20 a 44 años de bajos ingresos, insertos principalmente en le sector informal y pequeñas empresas para quienes se realizaran acciones orientadas a atenuar las barreras de acceso. Asimismo, se propone en esta etapa un trabajo intersectorial con actores clave, como trabajo , así como la participación social de forma sistemática en todos los niveles de la red, fomentando la participación se gremios y sindicatos.
“Este rediseño del programa representó un cambio de paradigma: desde un modelo biomédico centrado en la oferta institucional se llegó a un modelo inclusivo, territorial y equitativo, que reconoce las condiciones laborales, sociales y culturales de la población como determinantes centrales en la prevención cardiovascular”, celebró Olate Morales. Esta iniciativa se esta implementando en dos municipios de Chile de forma piloto con el financiamiento del Ministerio de salud de Chile para ver su escalamiento posterior a nivel nacional.
Sandra Allison, médico de familia y especialista en medicina preventiva de la Universidad de British Columbia, Vancouver, Canadá, expuso la iniciativa de la Prescripción social como herramienta para integrar los DSS en el manejo de las ENT. “La prescripción médica social es un enfoque personalizado para abordar las necesidades no clínicas de los pacientes, como inseguridad alimenticia o de vivienda. Había muchas necesidades de conexión social, muchos adultos mayores estaban aislados, por ejemplo. El aislamiento social es tan malo como el sedentarismo o fumar”, dijo.
“En Canadá, la receta médica social está apoyada por el instituto canadiense de recetas médicas. Ha demostrado resultados positivos en salud, por ejemplo, una reducción del 42% en citas en atención primaria y del 24% en visitas a emergencias. Cada dólar destinado a este programa ahorra 4,40 dólares”.
Esta integración de determinantes sociales de la salud, que incluye factores socioeconómicos como la vivienda, el nivel de empleo, y la promoción de la salud en la atención primaria “es clave para la prevención de las ENT, como enfermedades crónicas o cardiovasculares”, concluyó Allison.
